“LO ANTIGUO COMO VESTIGIO…” 50 VI Parte
Aunque nos tachen de tradicionalistas y por extensión conservadores en realidad no es así; siempre hemos sido unos antojadizos de lo nuevo… como si lo nuevo por el solo hecho de serlo, fuera estar en la órbita de mundo en que vivimos; así nos pasa lo que nos pasa: ser como “satélites” perdidos sin ningún raigambre ni Cristo que lo fundó. Si hubiésemos seguidos con los autos sacramentales por Navidad, “otro gallo nos hubiese cantado”. Por ejemplo, éste básico y sencillo: tal vez los hijos no hubiesen venido a buscar a los padres – y a los que no lo ha sucedido que lo espere- al pueblo para llevárselos a cualquier punto geográfico de España donde residen. A lo mejor se hubiese dicho: “Vamos a pasar la Nochebuena con mis padres y de camino vemos el auto sacramental, que me han dicho que este año es muy bonito… el que hacen en la Plaza sobre el” Andén”. Este año hace de Herodes fulanito de tal”.
Todos somos conscientes de que cada vez hay menos gente en el pueblo por Navidad, y como argumento solo tenemos decir: “Y espera… qué pasará dentro de 10 a 15 años”. Pues nada – qué va a pasar …- que ya no estaremos aquí “mensajeando” porque ya no nos importará; pero qué duda cabe que alguno o alguna lo hará de lo poco que conocerá.
Ni que decir tiene que debutamos por primera vez en 1960 bajo la sabia directriz de Ramona Tejero García; por ello nos acordamos de esas cosas y decimos que es una pena de haber perdido esta bella costumbre de la representación de los autos sacramentales, aún sabiendo que los tiempos inexorablemente han cambiado y que la implicación es mínima. Tenemos que volver al teatro del pueblo y para el pueblo… y que llegue si pudiera ser por Navidad. SALUDOS.
Aunque nos tachen de tradicionalistas y por extensión conservadores en realidad no es así; siempre hemos sido unos antojadizos de lo nuevo… como si lo nuevo por el solo hecho de serlo, fuera estar en la órbita de mundo en que vivimos; así nos pasa lo que nos pasa: ser como “satélites” perdidos sin ningún raigambre ni Cristo que lo fundó. Si hubiésemos seguidos con los autos sacramentales por Navidad, “otro gallo nos hubiese cantado”. Por ejemplo, éste básico y sencillo: tal vez los hijos no hubiesen venido a buscar a los padres – y a los que no lo ha sucedido que lo espere- al pueblo para llevárselos a cualquier punto geográfico de España donde residen. A lo mejor se hubiese dicho: “Vamos a pasar la Nochebuena con mis padres y de camino vemos el auto sacramental, que me han dicho que este año es muy bonito… el que hacen en la Plaza sobre el” Andén”. Este año hace de Herodes fulanito de tal”.
Todos somos conscientes de que cada vez hay menos gente en el pueblo por Navidad, y como argumento solo tenemos decir: “Y espera… qué pasará dentro de 10 a 15 años”. Pues nada – qué va a pasar …- que ya no estaremos aquí “mensajeando” porque ya no nos importará; pero qué duda cabe que alguno o alguna lo hará de lo poco que conocerá.
Ni que decir tiene que debutamos por primera vez en 1960 bajo la sabia directriz de Ramona Tejero García; por ello nos acordamos de esas cosas y decimos que es una pena de haber perdido esta bella costumbre de la representación de los autos sacramentales, aún sabiendo que los tiempos inexorablemente han cambiado y que la implicación es mínima. Tenemos que volver al teatro del pueblo y para el pueblo… y que llegue si pudiera ser por Navidad. SALUDOS.