Muchas piedras se amontonaban para que no estorbaran en la siembra del campo y los montones de piedra le venían muy bien para hacer su vida a los lagartos y a las poipas.
“CONVERSANDO CONTIGO…” 34. VII PARTE.
No es que seamos desconfiados, porque tenemos un mal concepto de ellos; ya que como decía Manuel Machado: “la sospecha es el indicio de un alma baja; el que desconfía de todos es digno de que nadie se fie de él”.
Estas piedras tan bien puestas, tan bien colocadas – puesto que a pesar de los tiempos los montones no se derrumban- fueron amontonadas por los labradores de este pueblo que en un tiempo hubo y que se salvaron de la “quema”.
- ¿De qué “quema”…? ¡Me pegas cada susto que “Dios tirita”!
- Si es que n me dejas de hablar… vaya costumbrita que hay en este pueblo, cuando no se bosteza a lo “Metro – Goldwyn -Mayer” o se mira para el otro lado. No es que hubo un tiempo, no… es que ha sido toda la vida, que se ha aprovechado la piedra de otras edificaciones derruidas: y así no hay tu tía de localizar nada. Y estas se han mantenido.
- Y entonces… ¿estas piedras redondeadas no servían y por eso se mantienen en su primer y único asentamiento?
-Tú lo sabes mejor que yo, porque te has criado en el campo y yo no. Porque…
- Sí… siempre he visto montones esparcidos en el campo. Pero a mí que c. me importa ni me ha importado que se ha hecho con estas piedras. ¡Pues vaya preocupación… más importante!
-Importante no es que sea ni mucho menos, es sólo buscar explicación a las cosas… ¡que todas tienen sus explicaciones!
-Pues dínosla ya, que hoy es sábado y nos tenemos que dar un pequeño “garbeo”, “landeo” se dice en Salorino; otra cosa igual, dos pueblos cercanos y dos formas distintas de interpretar las cosas.
- Vale. Estas piedras redondeadas y macizas son piedras naturales o de sillares… como se le quiera llamar, e idónea para la mamposterías, muy buenas para la argamasa, que servían para las edificaciones importantes como la edificación de un castillo por ejemplo y aquí esas edificaciones ni otras semejante han existido; así que nunca se ha usado, se ha preferido antes la piedras pizarrosa o el adobe.
-Pero tú por algo habrás sacado esta conversación… aunque no nos lleve a ninguna parte.
-Hombre… pues si se hubiese respetado las edificaciones antiguas, hubiésemos localizado dos ermitas de las cuatro o cinco que ha habido en el pueblo.
- Tú te sacas ermitas por la boca de la manga…
-Como para contarte a ti de aquella procesión bajando “El Montaero”, “fliparías…”. SALUDOS.
No es que seamos desconfiados, porque tenemos un mal concepto de ellos; ya que como decía Manuel Machado: “la sospecha es el indicio de un alma baja; el que desconfía de todos es digno de que nadie se fie de él”.
Estas piedras tan bien puestas, tan bien colocadas – puesto que a pesar de los tiempos los montones no se derrumban- fueron amontonadas por los labradores de este pueblo que en un tiempo hubo y que se salvaron de la “quema”.
- ¿De qué “quema”…? ¡Me pegas cada susto que “Dios tirita”!
- Si es que n me dejas de hablar… vaya costumbrita que hay en este pueblo, cuando no se bosteza a lo “Metro – Goldwyn -Mayer” o se mira para el otro lado. No es que hubo un tiempo, no… es que ha sido toda la vida, que se ha aprovechado la piedra de otras edificaciones derruidas: y así no hay tu tía de localizar nada. Y estas se han mantenido.
- Y entonces… ¿estas piedras redondeadas no servían y por eso se mantienen en su primer y único asentamiento?
-Tú lo sabes mejor que yo, porque te has criado en el campo y yo no. Porque…
- Sí… siempre he visto montones esparcidos en el campo. Pero a mí que c. me importa ni me ha importado que se ha hecho con estas piedras. ¡Pues vaya preocupación… más importante!
-Importante no es que sea ni mucho menos, es sólo buscar explicación a las cosas… ¡que todas tienen sus explicaciones!
-Pues dínosla ya, que hoy es sábado y nos tenemos que dar un pequeño “garbeo”, “landeo” se dice en Salorino; otra cosa igual, dos pueblos cercanos y dos formas distintas de interpretar las cosas.
- Vale. Estas piedras redondeadas y macizas son piedras naturales o de sillares… como se le quiera llamar, e idónea para la mamposterías, muy buenas para la argamasa, que servían para las edificaciones importantes como la edificación de un castillo por ejemplo y aquí esas edificaciones ni otras semejante han existido; así que nunca se ha usado, se ha preferido antes la piedras pizarrosa o el adobe.
-Pero tú por algo habrás sacado esta conversación… aunque no nos lleve a ninguna parte.
-Hombre… pues si se hubiese respetado las edificaciones antiguas, hubiésemos localizado dos ermitas de las cuatro o cinco que ha habido en el pueblo.
- Tú te sacas ermitas por la boca de la manga…
-Como para contarte a ti de aquella procesión bajando “El Montaero”, “fliparías…”. SALUDOS.