Tienes "VIRGO" la oportunidad de decir lo que quieras; pero siempre teniendo en cuenta que "las cinco dan enseguida"... SALUDOS.
RELATOS AL ATARDECER-XLII.
"LA OPORTUNIDAD DEL PLATANITO". Blas Romero González nació en Castuera (Badajoz) en 1945 y pasó en un hospicio y un correccional los primeros años de su vida. A los 15 años se marchó de casa en busca de fortuna y acabó siendo, con el nombre de El Platanito, uno de los novilleros y matadores de toros más populares. Su paso por los ruedos, tan efímero como el de un cometa, dejó también un término, platanada, meterse a los chiqueros a por el bicho si se resistía, montarse en el lomo del toro o incluso besarlo en el hocico.
Así llamaban a Blas Romero González, más conocido como “El Platanito”, un torero que aspiraba a comerse el mundo después de tomar la alternativa, el 10 de octubre de 1970, en la madrileña plaza de toros de Vista Alegre. Pero su mala cabeza o su peores consejeros acabaron pronto con sus sueños de ser una figura del toreo, a pesar de la enorme popularidad que había alcanzado su original y estrafalaria forma de torear cuando era novillero.
Como novillero, precisamente, vivió “El Platanito” sus días de gloria, sobre todo después de triunfar en “La Oportunidad”, aquel famoso festival para principiantes que se celebró, en junio de 1964, para descubrir a nuevos talentos. Y entre ellos estaba él, Blas Romero "El Platanito", un chico que había pasado los primeros años de su vida en un hospicio y en un correccional y que, a los 15 años, se marchó de su casa en busca de fortuna.
Por eso, su única obsesión era llegar a ser torero, y para ello se atrevió con todo. De hecho, para darse a conocer, decidió “patentar” una forma de torear tremendista y arriesgada, muy al estilo de la que había hecho famoso a “El Cordobés”, que acabó entusiasmando al público, pero más por lo divertido que le resultaba que por sus virtudes taurinas.
Así las cosas, su sueño por triunfar en el mundo del toreo acabó esfumándose como un azucarillo. Llegó a tocar la gloria, pero, por desgracia, todo fue una efímera ilusión óptica. Para subsistir, y mientras algo de popularidad aún le quedaba, en 1972 montó el espectáculo cómico-taurino “El Platanito y su troupe”, con el que, como si de un “Bombero Torero” se tratara, hasta 1975 recorrió con sus charlotadas las plazas de toros de los pueblos, para divertimento y mofa de quienes acudían a verlo.
En fin, una historia de sueños imposibles, como tantas de las que en aquellos años recorrían nuestra geografía cotidiana, que Blas Romero, “El Platanito”, sigue recordando con nostalgia cada vez que se le pregunta por ella, pero con la seguridad en sí mismo de quien ha encontrado la felicidad vendiendo lotería y, de tarde en tarde, rebobinando su efímero pasado glorioso.
"LA OPORTUNIDAD DEL PLATANITO". Blas Romero González nació en Castuera (Badajoz) en 1945 y pasó en un hospicio y un correccional los primeros años de su vida. A los 15 años se marchó de casa en busca de fortuna y acabó siendo, con el nombre de El Platanito, uno de los novilleros y matadores de toros más populares. Su paso por los ruedos, tan efímero como el de un cometa, dejó también un término, platanada, meterse a los chiqueros a por el bicho si se resistía, montarse en el lomo del toro o incluso besarlo en el hocico.
Así llamaban a Blas Romero González, más conocido como “El Platanito”, un torero que aspiraba a comerse el mundo después de tomar la alternativa, el 10 de octubre de 1970, en la madrileña plaza de toros de Vista Alegre. Pero su mala cabeza o su peores consejeros acabaron pronto con sus sueños de ser una figura del toreo, a pesar de la enorme popularidad que había alcanzado su original y estrafalaria forma de torear cuando era novillero.
Como novillero, precisamente, vivió “El Platanito” sus días de gloria, sobre todo después de triunfar en “La Oportunidad”, aquel famoso festival para principiantes que se celebró, en junio de 1964, para descubrir a nuevos talentos. Y entre ellos estaba él, Blas Romero "El Platanito", un chico que había pasado los primeros años de su vida en un hospicio y en un correccional y que, a los 15 años, se marchó de su casa en busca de fortuna.
Por eso, su única obsesión era llegar a ser torero, y para ello se atrevió con todo. De hecho, para darse a conocer, decidió “patentar” una forma de torear tremendista y arriesgada, muy al estilo de la que había hecho famoso a “El Cordobés”, que acabó entusiasmando al público, pero más por lo divertido que le resultaba que por sus virtudes taurinas.
Así las cosas, su sueño por triunfar en el mundo del toreo acabó esfumándose como un azucarillo. Llegó a tocar la gloria, pero, por desgracia, todo fue una efímera ilusión óptica. Para subsistir, y mientras algo de popularidad aún le quedaba, en 1972 montó el espectáculo cómico-taurino “El Platanito y su troupe”, con el que, como si de un “Bombero Torero” se tratara, hasta 1975 recorrió con sus charlotadas las plazas de toros de los pueblos, para divertimento y mofa de quienes acudían a verlo.
En fin, una historia de sueños imposibles, como tantas de las que en aquellos años recorrían nuestra geografía cotidiana, que Blas Romero, “El Platanito”, sigue recordando con nostalgia cada vez que se le pregunta por ella, pero con la seguridad en sí mismo de quien ha encontrado la felicidad vendiendo lotería y, de tarde en tarde, rebobinando su efímero pasado glorioso.