LA FOTO, "no comprendemos porque se quito esta laurelero", nosotros tampoco. SALUDOS.
“CONVERSANDO CONTIGO….” 68. VII PARTE.
Es verdad que no sabemos lo que condicionó al cortar este “laurelero”. Lo que sí sabemos que está a la salida de los huertos y a la derecha del camino que más frecuentamos de pequeño por vacaciones de verano. Allí estaba el “tío Mateo” de nombre Isidoro, el que vivía donde hoy es la Farmacia, apacentando el rebaño de ovejas y cabras; pero lo que más nos se ha quedado en la memoria (no decimos ni mucho menos que pronto habrá que tomar “Memory” y “Revidox” cápsulas) es el “campaneo” vespertino o mañanero de sus campanillas y cencerros cuando pasábamos. Hoy esos recuerdos quedaron muy atrás, el más reciente y ya hace años es haber repoblado su charca de tencas procedente de Villafranco del Guadiana, a las pocas noches las tencas “volaron” a pesar de solo tener aletas; la pregunta más pronunciada fue ¿cómo se enteraron…? Pero o que nos importa hoy es el árbol de laurel.
-Ante –ya estamos otra vez con el “antes”- todas las huertas del pueblo tenía o había laurel-
-Claro, servía para condimentar las comidas.
-Pero ya ha pasado a segundo plano, con otras nuevas plantas.
-Tenía según parece, que el laurel tenía connotaciones místicas.
-Sí, era el símbolo de la vida, de victoria como los emperadores romanos e la cabeza, como los sabios y filósofos de la antigüedad… servía para protegerse de los rayos de tormentas.
-Pues voy ahora a sembrar un laurelero..-
- ¡No, por favor… jamás”. ¿Acaso no has oído el dicho..?
- ¡Qué dicho… y que ocho cuarto!
-Pues el de:”El que planta un laurel nunca lo verá crecer”.
- ¡Qué miedo…! Pues yo te he visto uno en el patio o corral como lo quieras llamar,
- Si, pero me lo regalaron unos amigos zamoranos.
Ya no más que “las cinco dan enseguida”. Mañana más. SALUDOS.
Es verdad que no sabemos lo que condicionó al cortar este “laurelero”. Lo que sí sabemos que está a la salida de los huertos y a la derecha del camino que más frecuentamos de pequeño por vacaciones de verano. Allí estaba el “tío Mateo” de nombre Isidoro, el que vivía donde hoy es la Farmacia, apacentando el rebaño de ovejas y cabras; pero lo que más nos se ha quedado en la memoria (no decimos ni mucho menos que pronto habrá que tomar “Memory” y “Revidox” cápsulas) es el “campaneo” vespertino o mañanero de sus campanillas y cencerros cuando pasábamos. Hoy esos recuerdos quedaron muy atrás, el más reciente y ya hace años es haber repoblado su charca de tencas procedente de Villafranco del Guadiana, a las pocas noches las tencas “volaron” a pesar de solo tener aletas; la pregunta más pronunciada fue ¿cómo se enteraron…? Pero o que nos importa hoy es el árbol de laurel.
-Ante –ya estamos otra vez con el “antes”- todas las huertas del pueblo tenía o había laurel-
-Claro, servía para condimentar las comidas.
-Pero ya ha pasado a segundo plano, con otras nuevas plantas.
-Tenía según parece, que el laurel tenía connotaciones místicas.
-Sí, era el símbolo de la vida, de victoria como los emperadores romanos e la cabeza, como los sabios y filósofos de la antigüedad… servía para protegerse de los rayos de tormentas.
-Pues voy ahora a sembrar un laurelero..-
- ¡No, por favor… jamás”. ¿Acaso no has oído el dicho..?
- ¡Qué dicho… y que ocho cuarto!
-Pues el de:”El que planta un laurel nunca lo verá crecer”.
- ¡Qué miedo…! Pues yo te he visto uno en el patio o corral como lo quieras llamar,
- Si, pero me lo regalaron unos amigos zamoranos.
Ya no más que “las cinco dan enseguida”. Mañana más. SALUDOS.