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MEMBRIO: “CONVERSANDO CONTIGO…” 88 VII PARTE...

“CONVERSANDO CONTIGO…” 88 VII PARTE

Alguien, por supuesto del pueblo, alguna vez, nos sugirió que hiciésemos una web, para qué le contestamos nosotros. ¡Hombre… algún dinero caería! Ufanamente respondió. Dinero, dinero… y seguimos andando. Éste… aún no se habrá enterado o no tendrá ahorrillos para saber el ridículo interés que te dan los bancos y si vas a protestar inmediatamente tocan tu codicia con los “fondos de inversión” y echarte a soñar toca. Sueños hubiesen sido, sido si allá por 1748-1750, en este, quizás unos de los más bellos parajes del pueblo, un tal señor Cárdenas tuvo la encomiable y sana intención de llenar toda esta parte de viñedos… tal ocurrencia no ocurrió sino hubiese sido un “kirieleisón”; una palabra que antiguamente se usaba mucho… ya mucho menos. Antiguamente - ¡ostras con antiguamente…! Los “kiries” en la iglesia sonaba muchísimas veces, cuando el director del coro era el secretario D. Antolín Bravo, que se sabía a la perfección la misa de Pio V o tridentina que así también se llamaba; pero a lo que vamos: Se llamaba POPULARMENTE “el kirieleisón” al canto fúnebre con que se acompañaban los entierros o se cantaba en los funerales; por supuesto también se usaba para pedir perdón o misericordia (pues a la “sierra de Misericordia” por algo se puso este nombre). “Beber los kiries” significaba y significa beber mucho y repetidas veces haciendo alusión a las 9 ¡nueve! Invocaciones que completa el rezo; “echar los kiries” es una forma popular de vomitar. Y “llorar los kiries equivale a llorar mucho…. Como cuando se pelaba una cebolla y nadie te decía que antes había que echarla en agua o cuando se formaba aquellas humaredas o “jumareras” en casa al encender las lumbres. Las lumbres… ¡ay las lumbres! Muchas eran asaltadas por el perro del médico D. Antonio Fernández Ragel, que cuando iba hacer la visita el buen doctor, tenía la habilidad de tirar o “jondear” con el puchero arrimado a la lumbre… y comerse las presas. “Las presas” siempre han contado con el beneplácito de la gente en cualquier hogar, casa de comida o restaurante. Es tan así, que se hizo un mal plagio a las poesías que echaban en el día de sus Primeras comuniones que así decían sus infantiles voces: “Como soy tan pequeñita y tengo tan poquita voz, no me harto de decir: ¡Viva la Madre de Dios!”. Y venimos después nosotros y nos hicimos el gracioso diciendo: “Aunque soy tan pequeñita y no alcanzo a la mesa, ladeo las patatas y me como las presas”. Y menos mal que no se pudo celebrar con el vino de la Sierra de Clavería que sino… que se diría. SALUDOS.