RELATOS AL ATARDECER-CVII.
POLVO ERES Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS. (Pulvis es et in pulverum reverteris). Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo no quiere morir para ir allí. Y, sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así es como debe ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo lo nuevo son ustedes, pero algún día no muy lejano, gradualmente ustedes serán viejos y serán eliminados. Siento ser tan dramático, pero es muy cierto. Steve Jobs.
Si hay algo en esta vida de lo que no nos podemos salvar son la muerte y los impuestos. Al venir al mundo nuestra partida de nacimiento dice en letra pequeña “si llego a este mundo tendré que salir de él“. Esta es probablemente nuestra primera firma. La firma de un contrato tácito que nos compromete a aceptar el final. El concepto de la mortalidad resulta realmente complicado para muchos, esos que prefieren aferrarse a la idea cómoda y tranquila de que la vida continúa tras la muerte.
Para aquellos que ven el final de la vida como “solo eso“, puede haber otras construcciones sociales alrededor del significado de morir. Muchos de nosotros evitamos el asunto hasta que nos enfrentamos con él mediante la pérdida de seres queridos o nuestra propia decadencia.
Las enfermedades que curamos hoy mataron a muchos en el pasado, donde la muerte formaba parte de la rutina. Los rituales de despedida se realizaban en el hogar, donde el fallecido era atendido como el resto de sus días. Trataban de darle vida incluso a través de imágenes con poses cargadas de realidad. El complicado acto de despedida se ha visto reflejado en los distintos rituales a lo largo de la historia de la humanidad.
Hoy ese momento es mucho más sencillo. Para algunos un mero trámite. “Polvo eres y en polvo te convertirás“. Suena un Miércoles de Ceniza, mientras nos marcan la cruz en la frente. Lo oímos pero, ¿lo queremos escuchar?. La idea nos trastoca el alma.
Filósofos, teólogos y profesionales sanitarios siguen tratando de definir qué es una buena muerte. Ardua tarea para la amplia terminología implicada. ¿Es la ausencia de dolor, ansiedad y sufrimiento emocional lo que la garantiza?. Se han creado recursos legales para evitar el soporte vital y otros tratamientos no deseados al final de la vida. Asociación Derecho a Morir Dignamente es un gran ejemplo de ello. La calidad de vida va más allá de cumplir años y no se trata de mantenerla a toda costa.
Elizabeth Kübler Ross sigue siendo una referencia y no podemos pasarla por alto cuando tratamos este tema. El consenso es complicado, pero nos ofrece consuelo en su reflexión de La Rueda de la Vida.
Ver la muerte pacífica de un ser humano nos recuerda a una estrella fugaz; una entre un millón de luces en un vasto cielo que estalla por un momento para desaparecer en la noche por siempre.
POLVO ERES Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS. (Pulvis es et in pulverum reverteris). Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo no quiere morir para ir allí. Y, sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así es como debe ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo lo nuevo son ustedes, pero algún día no muy lejano, gradualmente ustedes serán viejos y serán eliminados. Siento ser tan dramático, pero es muy cierto. Steve Jobs.
Si hay algo en esta vida de lo que no nos podemos salvar son la muerte y los impuestos. Al venir al mundo nuestra partida de nacimiento dice en letra pequeña “si llego a este mundo tendré que salir de él“. Esta es probablemente nuestra primera firma. La firma de un contrato tácito que nos compromete a aceptar el final. El concepto de la mortalidad resulta realmente complicado para muchos, esos que prefieren aferrarse a la idea cómoda y tranquila de que la vida continúa tras la muerte.
Para aquellos que ven el final de la vida como “solo eso“, puede haber otras construcciones sociales alrededor del significado de morir. Muchos de nosotros evitamos el asunto hasta que nos enfrentamos con él mediante la pérdida de seres queridos o nuestra propia decadencia.
Las enfermedades que curamos hoy mataron a muchos en el pasado, donde la muerte formaba parte de la rutina. Los rituales de despedida se realizaban en el hogar, donde el fallecido era atendido como el resto de sus días. Trataban de darle vida incluso a través de imágenes con poses cargadas de realidad. El complicado acto de despedida se ha visto reflejado en los distintos rituales a lo largo de la historia de la humanidad.
Hoy ese momento es mucho más sencillo. Para algunos un mero trámite. “Polvo eres y en polvo te convertirás“. Suena un Miércoles de Ceniza, mientras nos marcan la cruz en la frente. Lo oímos pero, ¿lo queremos escuchar?. La idea nos trastoca el alma.
Filósofos, teólogos y profesionales sanitarios siguen tratando de definir qué es una buena muerte. Ardua tarea para la amplia terminología implicada. ¿Es la ausencia de dolor, ansiedad y sufrimiento emocional lo que la garantiza?. Se han creado recursos legales para evitar el soporte vital y otros tratamientos no deseados al final de la vida. Asociación Derecho a Morir Dignamente es un gran ejemplo de ello. La calidad de vida va más allá de cumplir años y no se trata de mantenerla a toda costa.
Elizabeth Kübler Ross sigue siendo una referencia y no podemos pasarla por alto cuando tratamos este tema. El consenso es complicado, pero nos ofrece consuelo en su reflexión de La Rueda de la Vida.
Ver la muerte pacífica de un ser humano nos recuerda a una estrella fugaz; una entre un millón de luces en un vasto cielo que estalla por un momento para desaparecer en la noche por siempre.