MEMBRIO: Francisco Javier Caballero Torino...

Francisco Javier Caballero Torino
Francisco Javier Caballero Torino Yo he dado el pésame, pero no sé a quién. Tampoco sé qué FORO ha fenecido, si el de los pueblos de España- MEMBRÍO- u otro de por estos lares. Como quiera que fuera, cuando conocí el FORO (El primero) me ocurrió como a BAE- a la que, dicho sea de paso, no poco tenemos que agradecerle por su incansable labor- Me llevé una enorme alegría al ver el nombre de mi pueblo en la cosa esta de internet (Soy, de la generación de los bolindres) Coincidió, asimismo, con una etapa de mi vida un tanto convulsa; esos periodos de tiempo en los que uno necesita contar cosas, comunicarse, aunque sea con un teclado. El foro, fue una terapia extraordinaria; mucho más, cuando comencé a conocer a las personas que se escondían detrás del seudónimo; gentes que habían pasado un millar de veces a mi lado y con las que jamás me había detenido a parlar (Supongo que a ellos les pasaría lo mismo) Me llevé grandes y gratas sorpresas y me reí mucho con esos genios del saber estar como son Petri, Inés, Cervatilla y Cía. Sólo, como dije al entrar el primer día, quería leer cosas como “Tengo falagaos los calcañales” o “Trujiste ambas e dos”. Quería, en síntesis, estar un rato en la plaza de mi pueblo y, sobre todo, darle un poco de lo mío a aquellos paisanos que, como yo, formamos parte del mismo paisaje.
Ignoro de qué ha fallecido el FORO (Al final será de parada cardiorespiratoria) o si no ha fallecido y está en proceso terminal. Sí diré, dada mi experiencia, que no buscaré causas ni culpables, materiales o imaginarios, más allá de mí mismo (no soy de los que culpo a los demás de mis propios errores o limitaciones) Quizás fue porque no llevé el carrito de arena que me correspondió en el reparto.
No obstante, espero y deseo que el foro no se vaya al carajo. Y si se va, no me cabe la menor duda de que su espíritu permanecerá; sobre todo, en lo referente a la amistad. También es cierto que el relevo generacional es necesario, más que nada para que el aburrimiento y el tedio no nos obnubile el cerebro. Y, para finalizar, un fragmento de mis lamentos persas.
Los tambores de mi silencio más suenan
cuando más hablan los de otros en las calles;
me pierdo entre lo real y lo imaginario
y no quiero imaginar lo inimaginable…