RELATOS AL ATARDECER-CXIV.
PERSONAS COTILLAS. Las personas cotillas no solamente existen en los pueblos pequeños, ni son las típicas señoras amas de casa que intercambian chismes en un patio interior o en la calle. La técnica del cotilleo se ha modernizado y generalizado. Actualmente, está instalada en nuestra vida diaria y es una práctica muy presente en casi todo tipo de sociedades. ¿Por qué tanta gente hace uso de ella? ¿Qué la hace estar tan extendida?. Para algunos autores, esta transmisión de cotilleos comenzó su andadura con el inicio del lenguaje humano. De alguna forma, el intercambio de chismorreos permitió su desarrollo y la aparición de las grandes sociedades modernas.
Las historias que contaban unos acerca de otros servían para informar acerca de su estatus social, los roles que ocupaban en el grupo o las normas sociales imperantes. Incluso ayudaban a algunos a la hora de conseguir sus objetivos, como encontrar pareja o conocer el estado de ánimo y las desgracias de otro. A nivel más profundo, la necesidad psicológica básica subyacente al cotilleo es la necesidad de eliminar la incertidumbre. Cuando intuimos que no tenemos información que consideramos relevante, nos sentimos mal, incompletos, nerviosos y recurrimos al cotilleo.
Nuestra motivación es saber algo de otras personas. Para eso, vamos sonsacando, malmetiendo, preguntando, hostigando. En esta práctica, el fin justifica los medios. Parece que todo vale. Por eso, los que son víctimas de cotilleo, a menudo se plantean una serie de interrogantes sobre ellas: ¿Se aburren? ¿No tienen vida? ¿Querrán hacerme daño? ¿Me tienen envidia?...........
Las personas cotillas tienen vida como todos. Pero prefieren escapar de sus propios problemas, no darles vueltas y preocuparse más por los del resto. Una de las cosas más curiosas es que rara vez reconocen que lo son. Si sospechas que una persona es cotilla, lo primero que debes hacer es observar y tener presente que si en tu presencia habla mal de otros lo probable es que cuando esté con otros hablará mal de ti.
Por eso, lo mejor que puedes hacer para evitar que se convierta en algo muy dañino para un tercero es no transmitírselo a nadie más. "Para una boca chismosa se necesita un oído chismoso". La confianza se gana a base de discreción y compresión; no va en función de la información que tengas de los demás. Pero ya no solo que lo cuente a los cuatro vientos, sino que además, estas personas tienden a añadir condimentos a la historia. Es decir, mienten o por lo menos dicen medias verdades que hacen más increíble su historia.
Todos en alguna ocasión nos convertimos en informantes de vidas ajenas. El problema está en hacerlo de manera constante, sin pudor ni respeto por los demás. Trata de dedicar más tiempo a ti mismo. ¡Vive tú vida!. No la del resto.
PERSONAS COTILLAS. Las personas cotillas no solamente existen en los pueblos pequeños, ni son las típicas señoras amas de casa que intercambian chismes en un patio interior o en la calle. La técnica del cotilleo se ha modernizado y generalizado. Actualmente, está instalada en nuestra vida diaria y es una práctica muy presente en casi todo tipo de sociedades. ¿Por qué tanta gente hace uso de ella? ¿Qué la hace estar tan extendida?. Para algunos autores, esta transmisión de cotilleos comenzó su andadura con el inicio del lenguaje humano. De alguna forma, el intercambio de chismorreos permitió su desarrollo y la aparición de las grandes sociedades modernas.
Las historias que contaban unos acerca de otros servían para informar acerca de su estatus social, los roles que ocupaban en el grupo o las normas sociales imperantes. Incluso ayudaban a algunos a la hora de conseguir sus objetivos, como encontrar pareja o conocer el estado de ánimo y las desgracias de otro. A nivel más profundo, la necesidad psicológica básica subyacente al cotilleo es la necesidad de eliminar la incertidumbre. Cuando intuimos que no tenemos información que consideramos relevante, nos sentimos mal, incompletos, nerviosos y recurrimos al cotilleo.
Nuestra motivación es saber algo de otras personas. Para eso, vamos sonsacando, malmetiendo, preguntando, hostigando. En esta práctica, el fin justifica los medios. Parece que todo vale. Por eso, los que son víctimas de cotilleo, a menudo se plantean una serie de interrogantes sobre ellas: ¿Se aburren? ¿No tienen vida? ¿Querrán hacerme daño? ¿Me tienen envidia?...........
Las personas cotillas tienen vida como todos. Pero prefieren escapar de sus propios problemas, no darles vueltas y preocuparse más por los del resto. Una de las cosas más curiosas es que rara vez reconocen que lo son. Si sospechas que una persona es cotilla, lo primero que debes hacer es observar y tener presente que si en tu presencia habla mal de otros lo probable es que cuando esté con otros hablará mal de ti.
Por eso, lo mejor que puedes hacer para evitar que se convierta en algo muy dañino para un tercero es no transmitírselo a nadie más. "Para una boca chismosa se necesita un oído chismoso". La confianza se gana a base de discreción y compresión; no va en función de la información que tengas de los demás. Pero ya no solo que lo cuente a los cuatro vientos, sino que además, estas personas tienden a añadir condimentos a la historia. Es decir, mienten o por lo menos dicen medias verdades que hacen más increíble su historia.
Todos en alguna ocasión nos convertimos en informantes de vidas ajenas. El problema está en hacerlo de manera constante, sin pudor ni respeto por los demás. Trata de dedicar más tiempo a ti mismo. ¡Vive tú vida!. No la del resto.