RELATOS AL ATARDECER-CXXV.
LA TRAMPA DEL MESÍAS. Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática hacia otra es excesivo (ya sea por intensidad o por frecuencia), corre el riesgo de caer en lo que algunos autores llaman "la trampa del mesías": amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí misma.
La trampa del mesías se alimenta de personas que se implican excesivamente con el sufrimiento ajeno, bajo el lema: “si no lo hago yo, nadie lo hará”. En este sentido, si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de lo demás, la convivencia se volverá desigual.
Las personas que están convencidas de que las necesidades de los demás siempre tienen preferencia sobre las propias dejan que los otros condicionen sus propias acciones, descuidándose a sí mismas. El problema es que esa falta de cuidado por sí misma no pude ser suplida por el cuidado que le brinden otros o necesitará que otros le brinden un cuidado mucho mayor para no notar la carencia. Algo que, por otro lado, muy pocas veces se produce. No debemos olvidarnos de uno mismo para cuidar a los demás. Cuando nuestra vida empieza a ser lo último de lo que cuidamos, por estar siempre pendiente de la vida de los demás, es cuando llegamos a enfrentarnos a situaciones de verdadero conflicto interior, sentimientos de confusión, agobio constante, y en algunos casos, incluso estados de depresión por no poder con todo.
Para no caer en estos estados emocionales negativos, es bueno recordar que las necesidades de los demás en primera instancia tienen que ser cubiertas por ellos si hay posibilidad y también contar con la ayuda de otras personas. Además, si queremos ofrecer una verdadera ayuda es fundamental que cuidemos de nosotros mismos, de otra forma no contaremos con la fuerza suficiente como para ser realmente útiles. Cada vez que nos olvidamos de nosotros, dejando de hacer algo que queremos para hacer algo que quieren los demás, estamos avivando sentimientos de culpa o sufrimiento.
Intentar quedar bien con todo el mundo, no pedir nunca ayuda a los demás para no molestar, cuidar de otras personas pero no de nosotros son los comportamientos que se manifiestan cuando cuidamos de los demás por miedo, por sentimientos de culpa, por la necesidad de reconocimiento.......
Es en estos momento es cuando caemos en la “trampa del mesías”, pudiendo sufrir un daño considerable en nuestra vida.
“Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela”.
LA TRAMPA DEL MESÍAS. Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática hacia otra es excesivo (ya sea por intensidad o por frecuencia), corre el riesgo de caer en lo que algunos autores llaman "la trampa del mesías": amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí misma.
La trampa del mesías se alimenta de personas que se implican excesivamente con el sufrimiento ajeno, bajo el lema: “si no lo hago yo, nadie lo hará”. En este sentido, si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de lo demás, la convivencia se volverá desigual.
Las personas que están convencidas de que las necesidades de los demás siempre tienen preferencia sobre las propias dejan que los otros condicionen sus propias acciones, descuidándose a sí mismas. El problema es que esa falta de cuidado por sí misma no pude ser suplida por el cuidado que le brinden otros o necesitará que otros le brinden un cuidado mucho mayor para no notar la carencia. Algo que, por otro lado, muy pocas veces se produce. No debemos olvidarnos de uno mismo para cuidar a los demás. Cuando nuestra vida empieza a ser lo último de lo que cuidamos, por estar siempre pendiente de la vida de los demás, es cuando llegamos a enfrentarnos a situaciones de verdadero conflicto interior, sentimientos de confusión, agobio constante, y en algunos casos, incluso estados de depresión por no poder con todo.
Para no caer en estos estados emocionales negativos, es bueno recordar que las necesidades de los demás en primera instancia tienen que ser cubiertas por ellos si hay posibilidad y también contar con la ayuda de otras personas. Además, si queremos ofrecer una verdadera ayuda es fundamental que cuidemos de nosotros mismos, de otra forma no contaremos con la fuerza suficiente como para ser realmente útiles. Cada vez que nos olvidamos de nosotros, dejando de hacer algo que queremos para hacer algo que quieren los demás, estamos avivando sentimientos de culpa o sufrimiento.
Intentar quedar bien con todo el mundo, no pedir nunca ayuda a los demás para no molestar, cuidar de otras personas pero no de nosotros son los comportamientos que se manifiestan cuando cuidamos de los demás por miedo, por sentimientos de culpa, por la necesidad de reconocimiento.......
Es en estos momento es cuando caemos en la “trampa del mesías”, pudiendo sufrir un daño considerable en nuestra vida.
“Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela”.