Me parece que ya nos hemos olvidado o no valoramos la antigua usanza que durante muchos años la vivieron nuestros abuelos en el campo y en las calles del pueblo, si nadie dice nada al respecto pues nos dedicaremos a la poesía que quizás sea más rentable.
Pero si de aquellos tiempos recordamos algunas anécdotas y a eso vamos: ¿Dónde está trabajando tu marido?, en las hectoras que le avisaron del Ayuntamiento.