Y es que los entierros de antes no se parecen nada a los de hoy desde el momento que doblaban las
campanas. Desde donde estuvieramos, siempre había alguien que te mandaba a callar:
- ¡Callate... que sepamos quién es. Y es que dependiente del numero de toque que daba la campaña grande. se sabia su el difunto era hombre, niño o mujer. A partir de aquí se enpazaba a deslucir quien habria podido ser. El día del entierro, venían un par de mujeres con dos tableras a la cabeza. que se ponian alrededor
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