RELATOS AL ATARDECER-CLXXVI.
EL RATÓN INDECISO. Un ratoncito se coló una noche en una tienda llena de exquisiteces. El roedor empezó a oler todas las cosas buenas que había a su alrededor, mantequilla, tocino, chocolate... y, sobre todo, el queso. Se alzó sobre sus patitas traseras y, sin poder reprimirse, emitió un grito de felicidad.
Pero por donde debería empezar su banquete. Iba a hincarle el diente a un trozo de mantequilla cuando le llegó el aroma de un chorizo riquísimo desde el otro lado del local. Cuando se iba para allá, notó el olor de un exquisito queso francés, que le hizo dar media vuelta. A punto de empezar a devorarlo, le invadieron las fragancias de las zanahorias frescas.
El pobre ratón corría de un lado para otro sin saber qué es lo que tenía que comer primero. Y, de repente, se hizo de día, la gente empezó a llegar a la tienda y tuvo que escaparse de allí. De regreso a su casita, el roedor les dijo a sus amigos: Nunca más volveré a esa tienda. Cuando vas a empezar a comer, te echan fuera.
En realidad, el ratón debería haberles dicho que le costó tanto decidirse que perdió su oportunidad, porque para aprovechar lo que la vida nos pone por delante hay que saber actuar con determinación. Y es que la indecisión es el peor enemigo cuando tenemos que resolver algo.
EL RATÓN INDECISO. Un ratoncito se coló una noche en una tienda llena de exquisiteces. El roedor empezó a oler todas las cosas buenas que había a su alrededor, mantequilla, tocino, chocolate... y, sobre todo, el queso. Se alzó sobre sus patitas traseras y, sin poder reprimirse, emitió un grito de felicidad.
Pero por donde debería empezar su banquete. Iba a hincarle el diente a un trozo de mantequilla cuando le llegó el aroma de un chorizo riquísimo desde el otro lado del local. Cuando se iba para allá, notó el olor de un exquisito queso francés, que le hizo dar media vuelta. A punto de empezar a devorarlo, le invadieron las fragancias de las zanahorias frescas.
El pobre ratón corría de un lado para otro sin saber qué es lo que tenía que comer primero. Y, de repente, se hizo de día, la gente empezó a llegar a la tienda y tuvo que escaparse de allí. De regreso a su casita, el roedor les dijo a sus amigos: Nunca más volveré a esa tienda. Cuando vas a empezar a comer, te echan fuera.
En realidad, el ratón debería haberles dicho que le costó tanto decidirse que perdió su oportunidad, porque para aprovechar lo que la vida nos pone por delante hay que saber actuar con determinación. Y es que la indecisión es el peor enemigo cuando tenemos que resolver algo.