EL POZO SALORINO. "No hay tu tía" y es que nos hemos quedado sin el emblemático pozo Salorino, porque nunca ha existido en este pueblo la voluntad de conservar lo antiguo y tradicional. El pozo en tiempos remotos "fue una mina" y no hace mucho tiempo, cuando tenía poca agua, se podían ver los laterales bastante deteriorados y en el fondo se apreciaba mucha tierra y piedras que antes no estaban. Ante esta situación "problemática", el Ayuntamiento consideró la necesidad de tapar el pozo con escombro y "Adiós pozo Salorino".
Consideramos que todo "tiene arreglo menos la muerte" y debió intentarse solucionar el problema de alguna manera adecuada para haberlo conservado en buen estado. Con mucha pena nos hemos quedado. Ahí vimos muchas mujeres de madrugada y a cualquier hora del día, que iban a por agua con la "rodilla" en la cabeza, sobre esta el cántaro que sujetaban con una mano, y en la otra mano llevaban el cubo de sacar agua.
Cuando iban al pozo, era frecuente verlas en grupos, con una "conversación amena" y en ocasiones cantando alguna canción extremeña. En el pueblo antes todos se conocían y había buena relación y alegría.
Novedoso era cuando sacando agua se rompía la soga del cubo y se quedaba en el fondo del pozo sin control. Había que esperar hasta que alguien apareciera con la "arrebañadora" para sacarlo y problema resuelto. También podía ocurrir, aunque era poco frecuente, cuando por casualidad el cántaro con agua se caía de la cabeza al suelo y se rompía.
En esta situación de "anécdotas" no olvidaremos mencionar a la "tía Maripanta", que con su burrito y una carga de leña pasaba cerca del pozo o se acercaba para sacar agua ante la inquietud de las mujeres que allí estaban. La tía Maripanta hablaba poco y no era mala mujer, pero su aspecto de abandono personal causaba algo de incomodidad.
¡Jesús, Jesús................ Pozo Salorino, Adiós con el corazón, que con el alma no puedo!
Consideramos que todo "tiene arreglo menos la muerte" y debió intentarse solucionar el problema de alguna manera adecuada para haberlo conservado en buen estado. Con mucha pena nos hemos quedado. Ahí vimos muchas mujeres de madrugada y a cualquier hora del día, que iban a por agua con la "rodilla" en la cabeza, sobre esta el cántaro que sujetaban con una mano, y en la otra mano llevaban el cubo de sacar agua.
Cuando iban al pozo, era frecuente verlas en grupos, con una "conversación amena" y en ocasiones cantando alguna canción extremeña. En el pueblo antes todos se conocían y había buena relación y alegría.
Novedoso era cuando sacando agua se rompía la soga del cubo y se quedaba en el fondo del pozo sin control. Había que esperar hasta que alguien apareciera con la "arrebañadora" para sacarlo y problema resuelto. También podía ocurrir, aunque era poco frecuente, cuando por casualidad el cántaro con agua se caía de la cabeza al suelo y se rompía.
En esta situación de "anécdotas" no olvidaremos mencionar a la "tía Maripanta", que con su burrito y una carga de leña pasaba cerca del pozo o se acercaba para sacar agua ante la inquietud de las mujeres que allí estaban. La tía Maripanta hablaba poco y no era mala mujer, pero su aspecto de abandono personal causaba algo de incomodidad.
¡Jesús, Jesús................ Pozo Salorino, Adiós con el corazón, que con el alma no puedo!
¡Cómo iba a ser la tía “Maripanta” mala mujer… si se apellida Paz Bueno! Creemos que las casualidades de la vida, la tía María recibió el nombre se su marido Pantaleón. Nosotros (No sabemos para qué sirve la Real Academia de la Lengua, si la mayoría de las veces no le hacemos caso) confundimos “maripanta” por “suripanta”, que es una mujer amoral, poco decente, etc. Es tan así, que incluso actualmente a una mujer mal vestida en el concepto general, le decimos; parece una “marimanta” o “maripanta”. Pero lo curioso o anecdótico, es que en la playa de un pueblo de cuyo nombre no queremos decir aquí, una hija de guardia civil que estuvo en el pueblo es lo primero que nos espetó y se acordó fue de la “tía Maripanta”. Eso si…cuando vivía en la calle Valencia, que siempre nos distraía cuando el señor cura acompañando a la “caja del muerto “ (lo del féretro aun no había llegado” hasta el cementerio, vestido de capa pluvial negra (no sabemos porque ese color ha desaparecido entre los colores de los ritos litúrgicos) responseando de vez en cuando en su trayecto. Para no cansar más solo diremos que la casa de la huerta, donde llegó a vivir, está totalmente rehabilitada. SALUDOS.