Nos congratula ver la ermita impoluta, que al decir verdad, como pocas veces la hemos visto. Y todo porque Ssn Bernabe nos habla; otra cosa es que lo que queramos escuchar, con nos dice una de las Mayordomas. Permitanme relatar lid que nos ocurrió el 31 de Octubre de 1985. Habían regalado Mercedes y Teodoro las dos vidrieras de la ermita; apresudaramente, junto s Narciso nos dirigimos s las 12 de la noche a colocarlas o porque al día siguiente era "Los Santos". Una vez encaramado sobre el panteón del "cura gordo" (D. Victoriosa Beltran Caballero), nos dod cuenta que la ventana era abocinada y la cristalera no entraba. Pero enseguida nos pasó por la csnrzs, que.... CONTINUARÁ. Saludos.
[ Que enseguida se nos pasó por la cabeza, que...] Que será posible recortar el cristal alrededor con una tenaza, y así lo hicimos, no si antes de pedir a nuestros antepasados que descansa en la eternidad a escasos 50 metros. Ni nos pregunté que si fue un estado paranormal, psicológico o no... La cuestión que allí encima de lid sepulcros encaramado, dieron, se oyó las cuatro campanadas del "reloj de la Torre" en la noche oscura pero apacible, con suma placidez; hasta tal punto de querer detener el tiempo de una campanada a otra. Hecha la "obra", nos bajamos y entramos a la ermita y entre nosotros:
- Que bien ha quedado. Todos estábamos " maravillao" y complacidos como había quedado la vidriera derecha.
- ¡Menis mal..! Susurro otro. que si no... Mientras una voz salía de los cielos. No, ha entrado por la ventana izquierda, dijo una de las dos feminas que nos acompañaban. La voz decía:
- Buen... ¿Pero yo qué?
No era la voz de San Bernabe esta vez; sino de Narciso que ki habíamos quedado olvidado por fuera subido en una escalera. SALUDOS.
- Que bien ha quedado. Todos estábamos " maravillao" y complacidos como había quedado la vidriera derecha.
- ¡Menis mal..! Susurro otro. que si no... Mientras una voz salía de los cielos. No, ha entrado por la ventana izquierda, dijo una de las dos feminas que nos acompañaban. La voz decía:
- Buen... ¿Pero yo qué?
No era la voz de San Bernabe esta vez; sino de Narciso que ki habíamos quedado olvidado por fuera subido en una escalera. SALUDOS.
Buena historia.