RELATOS AL ATARDECER-CCLXXXII
EL ANCIANO FELIZ. En un pueblo lejano había un hombre anciano que siempre estaba muy feliz, un día, los habitantes del pueblo, deseosos de conocer su secreto se acercaron hasta su casa. Cuando el anciano les abrió la puerta le dijeron: Por favor, dinos cuál es tu secreto para vivir feliz durante tantos años y a pesar de todas las adversidades por las que has pasado en tu vida. El anciano les invitó a sentarse y comenzó a relatarles la clave de su felicidad.
Yo, por la mañana, cuando me despierto, me despierto.
Después, cuando me ducho, me ducho.
Acto seguido, cuando desayuno, desayuno.
Más tarde cuando doy un paseo, doy un paseo.
Y así con todo lo que emprendo en mí día a día.
Los vecinos, se miraron extrañados y le dijeron que eso era lo mismo que hacían ellos y no tenían más que preocupaciones y problemas.
El anciano les contestó: Os voy a explicar dónde reside la diferencia. Vosotros, cuando os despertáis, estáis pensando en la ducha que os vais a dar. Cuando os estáis duchando estáis pensando qué os vais a preparar de desayuno. Mientras desayunáis estáis dándole vueltas a los quehaceres que tenéis pendientes y cuando os ponéis a realizar esas tareas estáis pensando en las siguientes.
En realidad, no disfrutáis jamás del momento presente, siempre estáis anticipando hechos, y de ese modo, se os pasa la vida sin daros cuenta del presente.
EL ANCIANO FELIZ. En un pueblo lejano había un hombre anciano que siempre estaba muy feliz, un día, los habitantes del pueblo, deseosos de conocer su secreto se acercaron hasta su casa. Cuando el anciano les abrió la puerta le dijeron: Por favor, dinos cuál es tu secreto para vivir feliz durante tantos años y a pesar de todas las adversidades por las que has pasado en tu vida. El anciano les invitó a sentarse y comenzó a relatarles la clave de su felicidad.
Yo, por la mañana, cuando me despierto, me despierto.
Después, cuando me ducho, me ducho.
Acto seguido, cuando desayuno, desayuno.
Más tarde cuando doy un paseo, doy un paseo.
Y así con todo lo que emprendo en mí día a día.
Los vecinos, se miraron extrañados y le dijeron que eso era lo mismo que hacían ellos y no tenían más que preocupaciones y problemas.
El anciano les contestó: Os voy a explicar dónde reside la diferencia. Vosotros, cuando os despertáis, estáis pensando en la ducha que os vais a dar. Cuando os estáis duchando estáis pensando qué os vais a preparar de desayuno. Mientras desayunáis estáis dándole vueltas a los quehaceres que tenéis pendientes y cuando os ponéis a realizar esas tareas estáis pensando en las siguientes.
En realidad, no disfrutáis jamás del momento presente, siempre estáis anticipando hechos, y de ese modo, se os pasa la vida sin daros cuenta del presente.