(5). Haber si somos capaces de terminar con la lechuza. La lechuza en cuestión, se había bebido la aceite de la lámpara, y claro está: se había apagado. Y cómo siempre suele ocurrir, empezó la discusión y se hizo verdad lo que también suele ocurrir: discutir de lo que menos se sabe: como era posible que la lechuza no se queme los pelos o plumas abundante de su cabeza. Fue un compañero -ahora se dice
amigo a cualquiera- que dijo: Es que las.... CONTINUARÁ. Saludos.