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MEMBRIO: RELATOS AL ATARDECER-CCLXXXVIII...

RELATOS AL ATARDECER-CCLXXXVIII
UN JUEGO DE DADOS. Existía en la ciudad india de Benarés un hombre al que le gustaba mucho jugar a los dados. Se llamaba Apu, y el amigo con el que jugaba a diario, Amir. Pero a la hora de jugar, ambos se comportaban de forma diferente: Apu cumplía todas las normas y nunca se enfadaba si perdía, a Amir le costaba mucho perder, y no dudaba en hacer trampas siempre que podía.
Amir se escondía algunas veces un dado en la boca, debajo de la lengua, para deshacerse de él cuando su amigo no le veía. Y cuando iba ganando, le encantaba dejarlo bien claro delante de Apu: Eh, Apu… ¡menuda paliza que te estoy dando, ¿eh? le decía muchas veces, para decepción y asombro de su amigo.
Pero Apu se cansó y pensó en la forma de dar una lección a su amigo Amir. Apu preparó una mezcla de especias muy picante, y sumergió los dados en ellas. Los mantuvo una noche entera allí para que se impregnaran bien con el picante. A la mañana siguiente, Apu los observó con satisfacción y Apu se fue como de costumbre a jugar a los dados con su amigo Amir.
Al principio no sucedió nada, porque Amir iba ganando y era feliz. Pero en una de las rondas la suerte cambió, y Apu comenzó a ganar. Al infeliz de Amir se le ocurrió probar con su truco de siempre, y se metió un dado en la boca. A los pocos segundos comenzó a ponerse rojo y a hacer gestos con la mano. Entre dientes, intentaba decir: ¡Ayiuuugaaa!
¿Qué dices, Amir, que no te entiendo? dijo entonces Apu.
¡Ayiujaaaa! intentaba decir con el dedo bajo la lengua y la boca ardiendo.
Entonces, Amir no pudo más del picor y el quemazón que sentía y se sacó el dado de la lengua.
¡Ayudaaa! ¡Me quemo! consiguió decir al fin.
Y su amigo, que tenía preparado un brebaje para calmar el picor, le dio a beber el antídoto. Amir le miró con sorpresa, y al entender que lo había preparado todo, dijo:
¿Por qué me hiciste esto, amigo? Porque hacías trampas y quería que entendieras que entre los amigos no se puede ser desleal. Contestó Apu con calma.
Pero si solo es un juego, intentó defenderse Amir. Sí, es un juego, pero la lealtad debe existir en todo momento. Si no eres capaz de cumplir con ella jugando, ¿cómo sabré que luego en las cosas importantes no harás lo mismo?