RELATOS AL ATARDECER-CCXCIV
EL PÁJARO Y EL MANZANO. Cansado de dar vueltas en círculo, un pájaro se posó en la rama de un manzano. Fue entonces cuando el árbol le dijo: ¡Eh, tú! ¿Es que no tienes otro lugar donde pararte? ¡Vaya humor! contestó el pájaro. Tranquilo, no voy a hacerte daño; solo quiero descansar, pero ¿se puede saber qué te pasa? Que mi vida es aburrida. ¿Aburrida? Sí, muy aburrida. Estoy aquí todos los días, quieto, inmóvil, pendiente únicamente de que pájaros como tú picoteen mis manzanas. A veces siento que mi vida no tiene sentido.
Pues a mí me parece todo lo contrario. Creo que tu vida es la que más sentido tiene de todas. ¡Pues ya me lo explicarás! dijo extrañado el árbol. Sí, verás. Siempre he creído que la vida de un árbol es un modelo a seguir. Desde que eres un pequeño brote, te nutres cada día y creces hasta convertirte en un árbol maduro, que generosamente da a los demás sus frutos. Y según lo fuerte que crezcas, según cómo te nutras, así de extraordinarios serán tus frutos.
Si lo piensas, desarrollas tu potencial en beneficio de los demás. ¡No puede haber una vida más plena! El árbol quedó en silencio, como pensativo, hasta que asintió: Visto así, parece que tiene sentido. De todas formas, a veces pienso que me gustaría ser un pájaro como tú. Pues no te creas que mi vida es tan buena. Volar de un sitio para otro, buscando alimento todos los días y muchas veces sin sentido. La vida de un pájaro también es aburrida. ¿Aburrida la vida de un pájaro? dijo el árbol extrañado. No, no lo creo. Los pájaros tenéis una gran virtud que casi nadie tiene. ¿Cuál? dijo el pájaro intrigado. Que sabéis aceptar en lugar de esperar. ¿Cómo? No entiendo la diferencia.
Vosotros aceptáis las cosas como son. Nunca he escuchado a un pájaro decir “espero que mañana salga el sol para volar de un sitio para otro”. Si el sol no brilla en el cielo, tú sales y vuelas igualmente. Simplemente aceptas que ese día no hace sol.
Si lo piensas, es lo contrario de lo que le pasa a los humanos, que siempre andan esperando algo y si ese algo no ocurre conforme ellos esperan, se produce en ellos una decepción.
EL PÁJARO Y EL MANZANO. Cansado de dar vueltas en círculo, un pájaro se posó en la rama de un manzano. Fue entonces cuando el árbol le dijo: ¡Eh, tú! ¿Es que no tienes otro lugar donde pararte? ¡Vaya humor! contestó el pájaro. Tranquilo, no voy a hacerte daño; solo quiero descansar, pero ¿se puede saber qué te pasa? Que mi vida es aburrida. ¿Aburrida? Sí, muy aburrida. Estoy aquí todos los días, quieto, inmóvil, pendiente únicamente de que pájaros como tú picoteen mis manzanas. A veces siento que mi vida no tiene sentido.
Pues a mí me parece todo lo contrario. Creo que tu vida es la que más sentido tiene de todas. ¡Pues ya me lo explicarás! dijo extrañado el árbol. Sí, verás. Siempre he creído que la vida de un árbol es un modelo a seguir. Desde que eres un pequeño brote, te nutres cada día y creces hasta convertirte en un árbol maduro, que generosamente da a los demás sus frutos. Y según lo fuerte que crezcas, según cómo te nutras, así de extraordinarios serán tus frutos.
Si lo piensas, desarrollas tu potencial en beneficio de los demás. ¡No puede haber una vida más plena! El árbol quedó en silencio, como pensativo, hasta que asintió: Visto así, parece que tiene sentido. De todas formas, a veces pienso que me gustaría ser un pájaro como tú. Pues no te creas que mi vida es tan buena. Volar de un sitio para otro, buscando alimento todos los días y muchas veces sin sentido. La vida de un pájaro también es aburrida. ¿Aburrida la vida de un pájaro? dijo el árbol extrañado. No, no lo creo. Los pájaros tenéis una gran virtud que casi nadie tiene. ¿Cuál? dijo el pájaro intrigado. Que sabéis aceptar en lugar de esperar. ¿Cómo? No entiendo la diferencia.
Vosotros aceptáis las cosas como son. Nunca he escuchado a un pájaro decir “espero que mañana salga el sol para volar de un sitio para otro”. Si el sol no brilla en el cielo, tú sales y vuelas igualmente. Simplemente aceptas que ese día no hace sol.
Si lo piensas, es lo contrario de lo que le pasa a los humanos, que siempre andan esperando algo y si ese algo no ocurre conforme ellos esperan, se produce en ellos una decepción.