MEMBRIO: EL SEMBRADOR-1...

EL SEMBRADOR-1
De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol, que nuestro cielo triunfante llena,
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena,
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

aún no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo sé que al mirarle la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante,
¡Hasta los leñadores mirando al roble
siente las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador sembrando, miré risueño.
¡Desde que existen hombre sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
quise saber curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz óyeme benignamente
y me dijo con onda melancolía:
Siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera

¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa? dije. Y el loco
murmuró, con las manos en la azada.
Acaso tú imaginas que me equivoco,
acaso por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho,
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

Blanco Belmonte.