MAS EXTREMADURA, MAS ESPAÑA.
“LA CIUDAD NO ERA NUESTRO SITIO”.
«Yo entré en Madrid, pero Madrid nunca entró en mí», sentencia Antolín González Parra, un extremeño nacido en Hervás hace 49 años que ha estado más de veinte residiendo y ganándose la vida en Alcalá de Henares. Se había marchado con la idea de hacer algo de dinero y volver pronto, pero a los pocos meses conoció a quien luego fue su mujer, Nuria, y lo que «como mucho» iba a ser un año acabaron por ser más de dos décadas fuera de Extremadura. Venía a pasar los fines de semana al municipio de origen de su esposa, Villanueva de la Vera, pero le sabían a poco. Cada domingo por la tarde, cuando tocaba volver, «se me hacía un nudo en el estómago», confiesa. «No aguantaba el ritmo de vida, los atascos, el estrés, el no poder disfrutar de mi vida y de mis raíces», explica. Eso fue hasta inicios de 2020, cuando el matrimonio decidió vender su piso madrileño y establecerse definitivamente en esta localidad verata junto con su hijo adolescente, Daniel.
“LA CIUDAD NO ERA NUESTRO SITIO”.
«Yo entré en Madrid, pero Madrid nunca entró en mí», sentencia Antolín González Parra, un extremeño nacido en Hervás hace 49 años que ha estado más de veinte residiendo y ganándose la vida en Alcalá de Henares. Se había marchado con la idea de hacer algo de dinero y volver pronto, pero a los pocos meses conoció a quien luego fue su mujer, Nuria, y lo que «como mucho» iba a ser un año acabaron por ser más de dos décadas fuera de Extremadura. Venía a pasar los fines de semana al municipio de origen de su esposa, Villanueva de la Vera, pero le sabían a poco. Cada domingo por la tarde, cuando tocaba volver, «se me hacía un nudo en el estómago», confiesa. «No aguantaba el ritmo de vida, los atascos, el estrés, el no poder disfrutar de mi vida y de mis raíces», explica. Eso fue hasta inicios de 2020, cuando el matrimonio decidió vender su piso madrileño y establecerse definitivamente en esta localidad verata junto con su hijo adolescente, Daniel.