MATRACAS DE SEMANA SANTA.
Las matracas es un instrumento de percusión que consta de un tablero macizo de madera, al que se le adosan unos martílleles metálicos.
En uno de los extremos lleva un asa que sirve de agarradero, para poderla sujetar con fuerza y seguridad. Una vez asida por el mango se hacen girar los martilletes móviles que eran metálicos y, de esa forma; al impactar contra la madera, se produce un ruido especial cuyo sonido es proporcional a la intensidad de los impactos sobre la madera. El sonido se llama matracaeo.
Las matracas se hacían sonar por las calles de los pueblos durante la Semana Santa, tras la muerte de Jesús en Jueves Santo, hasta el día de su Resurrección; periodo de tiempo en el que las campanas quedaban en silencio.
Un grupo de niños hacia el recorrido que era el mismo de las procesiones y las hacían sonar con el fin de que los feligreses, estuvieran al corriente de los Oficios de Semana Santa.
Las personas mayores, se asomaban a las puertas de su casas, con el fin de escuchar los originales sones de la matraca y el bullicio de la gente.
Las matracas es un instrumento de percusión que consta de un tablero macizo de madera, al que se le adosan unos martílleles metálicos.
En uno de los extremos lleva un asa que sirve de agarradero, para poderla sujetar con fuerza y seguridad. Una vez asida por el mango se hacen girar los martilletes móviles que eran metálicos y, de esa forma; al impactar contra la madera, se produce un ruido especial cuyo sonido es proporcional a la intensidad de los impactos sobre la madera. El sonido se llama matracaeo.
Las matracas se hacían sonar por las calles de los pueblos durante la Semana Santa, tras la muerte de Jesús en Jueves Santo, hasta el día de su Resurrección; periodo de tiempo en el que las campanas quedaban en silencio.
Un grupo de niños hacia el recorrido que era el mismo de las procesiones y las hacían sonar con el fin de que los feligreses, estuvieran al corriente de los Oficios de Semana Santa.
Las personas mayores, se asomaban a las puertas de su casas, con el fin de escuchar los originales sones de la matraca y el bullicio de la gente.