RELATOS AL ATARDECER-CCCXIII
LA ANCIANA PERSEVERANTE. Varios niños que, en vez de ir a la escuela, jugaba en la calle y vieron a una anciana que frotaba incansablemente una barra de hierro contra una piedra. Intrigados, le preguntaron: ¿Qué está haciendo ahí, señora? Ella contestó sin apenas inmutarse: Estoy frotando este lingote para adelgazarlo. ¿Y para qué lo hace?, quisieron saber los chiquillos para saciar su curiosidad.
Sabed niños, que quiero hacer con él una aguja para coser mi ropa. Al oír tal ocurrencia, los muchachos no pudieron evitar reírse a carcajadas. Señora, nunca conseguirá hacer una aguja con una barra de hierro de ese grosor, le espetaron con sorna. L froto todos los días, y cada día disminuye algo más, confió en que al final terminará siendo una aguja. Pero pequeños flojos como vosotros, que os saltáis las clases, no podéis comprender esto, dijo molesta la anciana.
Entonces, los niños se miraron entre si y avergonzados y corriendo, regresaron a la escuela.
Precisamente, de esta fábula china nos llega un antiguo dicho sobre la constancia, que también podemos aplicar en nuestro día a día: El trabajo perseverante puede convertir una barra de hierro en una aguja de bordar.
LA ANCIANA PERSEVERANTE. Varios niños que, en vez de ir a la escuela, jugaba en la calle y vieron a una anciana que frotaba incansablemente una barra de hierro contra una piedra. Intrigados, le preguntaron: ¿Qué está haciendo ahí, señora? Ella contestó sin apenas inmutarse: Estoy frotando este lingote para adelgazarlo. ¿Y para qué lo hace?, quisieron saber los chiquillos para saciar su curiosidad.
Sabed niños, que quiero hacer con él una aguja para coser mi ropa. Al oír tal ocurrencia, los muchachos no pudieron evitar reírse a carcajadas. Señora, nunca conseguirá hacer una aguja con una barra de hierro de ese grosor, le espetaron con sorna. L froto todos los días, y cada día disminuye algo más, confió en que al final terminará siendo una aguja. Pero pequeños flojos como vosotros, que os saltáis las clases, no podéis comprender esto, dijo molesta la anciana.
Entonces, los niños se miraron entre si y avergonzados y corriendo, regresaron a la escuela.
Precisamente, de esta fábula china nos llega un antiguo dicho sobre la constancia, que también podemos aplicar en nuestro día a día: El trabajo perseverante puede convertir una barra de hierro en una aguja de bordar.