RELATOS AL ATARDECER-CCCXVIII
LOS EXPERTOS. Un hombre a quien consideraban muerto fue llevado en hombros por su grupo de amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió de forma inesperada y comenzó a golpear con fuerza la tapa del féretro gritando: ¡Sacadme de aquí, sacadme de aquí! Rápidamente, los amigos depositaron el ataúd en el césped, abrieron el féretro y el hombre, casi sin aliento, se incorporó: ¿Pero que estáis haciendo?, dijo ante las atónitas caras de los allí presentes. ¡No he muerto! ¡Estoy vivo!
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al final, el que por todos era considerado su mejor amigo dijo: Amigo mío, sabes que te quiero con toda mi alma, pero tanto los médicos como los sacerdotes ha certificado que habías muerto. ¿Cómo pueden haberse equivocados los expertos? Así pues, sin mediar palabra, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.
Esta historia nos enseña que, a veces, en la vida real, nos parece mucho más cómodo y menos arriesgado aceptar sin discusión lo que aquellas personas que supuestamente saben nos presentan cómo única verdad.
LOS EXPERTOS. Un hombre a quien consideraban muerto fue llevado en hombros por su grupo de amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió de forma inesperada y comenzó a golpear con fuerza la tapa del féretro gritando: ¡Sacadme de aquí, sacadme de aquí! Rápidamente, los amigos depositaron el ataúd en el césped, abrieron el féretro y el hombre, casi sin aliento, se incorporó: ¿Pero que estáis haciendo?, dijo ante las atónitas caras de los allí presentes. ¡No he muerto! ¡Estoy vivo!
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al final, el que por todos era considerado su mejor amigo dijo: Amigo mío, sabes que te quiero con toda mi alma, pero tanto los médicos como los sacerdotes ha certificado que habías muerto. ¿Cómo pueden haberse equivocados los expertos? Así pues, sin mediar palabra, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.
Esta historia nos enseña que, a veces, en la vida real, nos parece mucho más cómodo y menos arriesgado aceptar sin discusión lo que aquellas personas que supuestamente saben nos presentan cómo única verdad.