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MEMBRIO: ¡Jesús, Jesús.................. no oyen el grillo y...

RELATOS AL ATARDECER-CCCXXXVII
EL CANTO DEL GRILLO. Un indio, que vivía en una reserva, fue a la gran ciudad a visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja amistad. Iban paseando por la calle cuando, de repente, el indio tiró a su amigo de la manga y le dijo: ¡Escucho el canto de un grillo!
¿Qué oyes un grillo? contestó el hombre, aguzando el oído. Yo lo único que oigo es el ruido del tráfico. Me parece que estás en un error, amigo, aquí no hay grillos. Y, en el caso de que los hubiese, sería imposible escucharlos con tanto estruendo.
El indio avanzó unos pasos, que dándose parado ante la pared de una casa donde había una vid silvestre. ¡Allí estaba el grillo! Está claro que sólo tú podías oír al grillo. Los indios tenéis el oído más desarrollado que nosotros, le dijo su amigo. No estoy de acuerdo. Te voy a demostrar algo, le contestó el indio mientras dejaba caer una moneda sobre la acera. Al escuchar su tintineo, varias personas se giraron. El indio la recogió y dijo: Nuestro oído no es mejor que el vuestro. Simplemente, cada uno oye bien sólo aquello a lo que le da importancia.

¡Jesús, Jesús.................. no oyen el grillo y si el tintineo de la moneda!