Pedro González Telmo. (Frómista, Palencia, 9 de marzo de 1190. Tuy, (Pontevedra), 15 de abril de 1246). Conocido comúnmente como San Telmo, fue un sacerdote católico español; tras ejercer como canónigo en Palencia ingresó en la Orden de los Predicadores como fraile y se distinguió por su locuaz retórica. Acompañó como capellán al rey Fernando III de Castilla antes de ocupar el priorato del convento de Guimarães. Se lo honra como patrono de los marineros, aunque nunca fue reconocido formalmente como tal. El papa Benedicto XIV confirmó su culto como beato el 13 de diciembre de 1741, si bien aún no ha sido canonizado oficialmente. Es patrono de la ciudad de Tuy, de la diócesis de Tuy-Vigo y de Frómista (Palencia). Festividad: 15 de abril.
De familia distinguida, estudió en la Universidad de Palencia y fue ordenado sacerdote. Gracias a la protección de su tío Tello Téllez de Meneses, obispo de Palencia, se le otorgó una canonjía, y una bula especial permitió que fuera nombrado deán sin tener la edad requerida. Se cuenta que al desfilar por Palencia, engalanado y en un caballo brillantemente enjaezado, por un tropiezo del animal Pedro González cayó en el fango, provocando las risas y burlas de quienes veían aquel desfile y antes le aplaudían y admiraban.
La humillación lo enfureció, y decidió entrar en la Orden de Predicadores en el convento de San Pablo en Palencia. Como fraile ocupó el puesto de capellán militar, donde su capacidad oratoria llamó la atención de Fernando III de Castilla, quien lo convocó a la corte. Como confesor del rey, incitó a este a reanudar las hostilidades contra los andalusíes, y lo acompañó en la campaña de conquista de Córdoba y Sevilla; consagró como iglesias las mezquitas en las ciudades conquistadas. Al regreso de la campaña, abandonó la corte para predicar en Asturias y Galicia y en el norte de Portugal. De esta época de su vida se narra la mayoría de sus milagros, especialmente en ayuda de marineros y pescadores, por los que se dice que sentía particular simpatía.
Sus milagros estaban relacionados con marineros y pescadores, se le representa con hábito de la orden dominica, llevando en una mano un cirio azul que representa precisamente el Fuego de San Telmo.
De familia distinguida, estudió en la Universidad de Palencia y fue ordenado sacerdote. Gracias a la protección de su tío Tello Téllez de Meneses, obispo de Palencia, se le otorgó una canonjía, y una bula especial permitió que fuera nombrado deán sin tener la edad requerida. Se cuenta que al desfilar por Palencia, engalanado y en un caballo brillantemente enjaezado, por un tropiezo del animal Pedro González cayó en el fango, provocando las risas y burlas de quienes veían aquel desfile y antes le aplaudían y admiraban.
La humillación lo enfureció, y decidió entrar en la Orden de Predicadores en el convento de San Pablo en Palencia. Como fraile ocupó el puesto de capellán militar, donde su capacidad oratoria llamó la atención de Fernando III de Castilla, quien lo convocó a la corte. Como confesor del rey, incitó a este a reanudar las hostilidades contra los andalusíes, y lo acompañó en la campaña de conquista de Córdoba y Sevilla; consagró como iglesias las mezquitas en las ciudades conquistadas. Al regreso de la campaña, abandonó la corte para predicar en Asturias y Galicia y en el norte de Portugal. De esta época de su vida se narra la mayoría de sus milagros, especialmente en ayuda de marineros y pescadores, por los que se dice que sentía particular simpatía.
Sus milagros estaban relacionados con marineros y pescadores, se le representa con hábito de la orden dominica, llevando en una mano un cirio azul que representa precisamente el Fuego de San Telmo.