Mira que se parecen, y sin embargo tan distintos. Suele ocurrir. Domingo quedó en venir a hacerme una visita- su casa se encuentra a 100 metros de donde laboro- pero se le ha debido olvidar. A una de sus hijas, la del ballet, la suelo ver de vez en cuando en el autobús. Junco, dile, si lo ves, que la cerveza la pago yo. A “Yo, Claudio” se le ve muy bien. A Isabel, que la quise, la quiero y la querré. Y en fin ¡Qué decir del bar del tío Machado! Ya se ha dicho casi todo, aunque siempre queda el último poema. PC