EVOLUCIÓN EXTREMEÑA. Especialmente dura fue la guerra de Portugal (1640- 1668), librada en gran parte en tierras extremeñas. Los portugueses, al igual que los españoles en su territorio, hacían continuas incursiones en Extremadura, quemando pueblos, arrasando cosechas y robando ganado. Barcarrota, Burguillos del Cerro, El Casar de Cáceres, Montijo, Villar del Rey, Alcántara, Badajoz, Alburquerque, la Codosera y Zafra, entre otras localidades, fueron presas del pillaje.
Muchas poblaciones perdieron hasta la mitad de sus casas y más del 40 % de su población. Las nefastas consecuencias de ese conflicto se prolongaron en Extremadura hasta el siglo XVIII. A esta situación se sumaron crisis económicas periódicas, es decir, carestías de alimentos debidas a malas cosechas y epidemias que provocaban bruscos descensos de la población.
Muchas poblaciones perdieron hasta la mitad de sus casas y más del 40 % de su población. Las nefastas consecuencias de ese conflicto se prolongaron en Extremadura hasta el siglo XVIII. A esta situación se sumaron crisis económicas periódicas, es decir, carestías de alimentos debidas a malas cosechas y epidemias que provocaban bruscos descensos de la población.