Fidencio, joio, te veo en perfecta armonía con las gallinas. ¿Son esas las de los huevos que nos solemos zampar? Me temo que sí. Sabes que nos esperan en la tierra prometida dentro de poco. Díselo al Sr. Maestro. Pero, no nos busquemos la ruina. Si lees estas cosas, que sepas que mi hombro está para que apoyes tu cabeza. Un saludo afectuoso. PC