Salor, el
verano en que yo tenía 11 años, 1962, vino al
pueblo una prima mía de Cácers de 18año que usaba, no tacones, sino taconazos, además "de aguja"; a mí me hacía mucha ilusión probarlos y andar con ellos por
casa; estaba deseando crecer un poco para tener unos así, no me asustaban. Con esto te quiero decir que había visto a muchas mozas con ellos en el pueblo; no a muchas: A TODAS. No para ir con el cántaro al
pozo, pero no salían a Misa, al
baile o de
paseo sin ellos. ¡Y con qué salero andaban!
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