MEMBRIO: Hola SAGRARIO soy sobrina de Vadio mi madre te manda...

¡Jo, Valdío! Por poco lo que consigues es que llore, yo soy muy sensible. ¿Recuerdos? Sabes que sí... Me veo sentada en el umbral de granito comiendo un bocadillo de chorizo ibérico artesano con un tomate con sal; sentada "contra la pared " con mis amigas en una silla baja de enea haciendo vainica, punto de cruz, bolillos, bordando el tul de un velo para la iglesia...; apoyada en el "pohtigo" cantando coplas de Conchita Piquer a todo pulmon, y hasta asomada a la ventana con rejas una noche que mis padres habían salido y mi hermano se divertía asustándome con unas sombras que se veían en el rincón del molino de Urbano... Me veo con una cuerda atada a la ventana de la casa que está más abajo y no se ve en la foto, la de Reverte, saltando a la cuerda en la acera yo sola, o botando a la pelota (si no fuera por todo eso habría tenido muchos problemas en el eprendizaje, porque era zurda contrariada; hoy los niños que tienen eso necesitan una ayuda especial, pero yo superé todo). También "veo" a "los Murieles" saliendo con "Cabila" de la casa de éste y pidiéndome que les cantase una canción; yo era una niña tímida de pueblo, pero como era muy obediente y respetuosa, canté, pero colorada como un tomate. Y ya no os cuento más, que soy muy charlatana, ya os dije que Dña. Manola (q. e. d.)...
Donde está la peluquería hubo un bar, donde un día hicieron un "frite" de zorro, a mi padre le dieron la prueba diciéndole que era cabrito, y él se lo creyó, eso que era muy exigente con la comida... Luego allí vivía una familia que estaban mucho fuera, yo creo que en Casillas, más arriba la Sra. Eugenia (su nieta Ángela era la más jovencita de la pandilla del Coso), a continuación la casa de la tía Rosalía, madre de Julia y Anastasio, que nos vendía chochos, donde estaba un poyo grande (en verano había que tener cuidado al sentarse...) Veo a la derecha de la foto el pararrayos de la casa del Palacio y me ha hecho recordar que cuando había tormenta (y eran de órdago), los vecinos nos refugiábamos en la casa de la tía Juana, madre de Valentina, Bárbara y Margarita, porque el pararrayos nos protegía; allí hombres y mujeres rezábamos a Sta. Barbara hasta que pasaba.
En el patio de esa casa yo planté un melocotonero del que llegué a probar sus riquísimos frutos; no sé si aún estará.
Los recuerdos siguen y siguen, pero los dejo por ahora. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Hola SAGRARIO soy sobrina de Vadio mi madre te manda muchos besos ya te pondre
en contacto con ella se acuerda mucho de ti. saludo