PARA MI AMIGO VÍSPERAS, CON EL CARIÑO QUE SABE. Espero que se despelote. PC
EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA
Año la pera, alto de la charca,
Llenos de panes y quesos los campos,
fuimos todos en manada
con nuestro profesor muy alto.
Y allí, la cosa se trataba
del espíritu y la gimnasia;
y todos en fila de a uno
que la cosa tiene guasa
Era la famosa clase
que un día a la semana
se nos daba, en primavera,
a los de clases privadas.
Y de tan privadas que eran
- particular se llamaban-
en privado era un prive,
y en público una privada.
Y apareció aquel muchacho
que, con una pierna arrastrada,
le dijo al hombre tan alto,
que él no podía hacer nada.
Y el hombre alto le dijo
¡Pero, que coño te pasa!
-Estoy cojo, profesor,
he tropezao esta mañana-
Pues si estás cojo, muchacho,
vete despacio p’a casa
no sea que al dar la vuelta
se te joda la carcasa.
Y la vuelta se la dio,
y en llevando una distancia
salió presto a la carrera,
corriendo que se las pelaba.
Y el profesor, desgañitado,
a grito pelao lo llamada
¡No corras, cobarde, traidor!
¡Cobarde de mala saña!
Y al cobarde ya más no vimos,
desertó como si nada
Y yo, allí, desde lo alto
con qué envidia lo miraba
EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA
Año la pera, alto de la charca,
Llenos de panes y quesos los campos,
fuimos todos en manada
con nuestro profesor muy alto.
Y allí, la cosa se trataba
del espíritu y la gimnasia;
y todos en fila de a uno
que la cosa tiene guasa
Era la famosa clase
que un día a la semana
se nos daba, en primavera,
a los de clases privadas.
Y de tan privadas que eran
- particular se llamaban-
en privado era un prive,
y en público una privada.
Y apareció aquel muchacho
que, con una pierna arrastrada,
le dijo al hombre tan alto,
que él no podía hacer nada.
Y el hombre alto le dijo
¡Pero, que coño te pasa!
-Estoy cojo, profesor,
he tropezao esta mañana-
Pues si estás cojo, muchacho,
vete despacio p’a casa
no sea que al dar la vuelta
se te joda la carcasa.
Y la vuelta se la dio,
y en llevando una distancia
salió presto a la carrera,
corriendo que se las pelaba.
Y el profesor, desgañitado,
a grito pelao lo llamada
¡No corras, cobarde, traidor!
¡Cobarde de mala saña!
Y al cobarde ya más no vimos,
desertó como si nada
Y yo, allí, desde lo alto
con qué envidia lo miraba