Las cosas naturales, querida Amapola, hay que tomárselas con naturalidad. Efectivamente, cambian los sistemas, las leyes, la sociedad, los hombres, las mujeres; todos cambiamos con la dinámica social. Por eso la literatura de los románticos buscaba la edad media; los caballeros, las damas. Por eso, los románticos sufrían. Sí, las cosas eran distintas. Suelo ser sincero respecto a las mujeres, básicamente porque no he tenido la necesidad de no serlo para relacionarme- a pesar de ser, aunque no lo parezca, bastante introvertido y tímido- Tu foto, efectivamente, al margen la belleza de quien posa, evoca tiempos donde- como tú dices- no había silicona; silicona física y moral; exterior e interior. Esa es la cuestión. Lo de que se lo digo a todas…en realidad debe de ser verdad, cuando todas dicen que se lo digo a todas. Es una especie de juego de coquetería de la que hacéis gala las mujeres- o eso creo- una especie de autodefensa; defenderse atacando. Y, por supuesto, también a mí, como a tu amigo, me gustaría volver a tener los ojos de miel y los labios de seda, antes de estar poseído por la tristeza. Todo aderezado con el sombrero, los caballos, el florete, la poesía y el amor. ¿Quién no sería Lord Byron, aunque sin su licenciosa vida? ¿Quién no Novalis, con sus himnos a la noche? Ya sabes, querida Amapola, las enfermedades de los románticos; tuberculosis y suicidio. Un beso. PC