Antes de que la foto se vaya p'atrás y pierda actualidad, quiero contaros algo sobre MARTÍN y su especial y peculiar personalidad (hablo de cuando teníamos 8-10-12 años). Para que os riáis un poco -no de él por supuesto- que es el mejor homenaje que se le puede hacer a un amigo que ya nos dejó, que llevaba la risa dibujada en su cara de contínuo. Durante una temporada, fué compañero mío como campanero y en ayudar a misa de diario la semana que nos tocaba. Creo que era una sí, y otra no. La puntualidad no era lo suyo, pues casi todas las mañanas, me tocaba a mí solo abrir la Iglesia y subir al campanario a tocar las campanas. La cosa tenía su aquel porque, sobre todo en invierno, daba un poco de repelús entrar en la Iglesia y subir al campanario con todo tan oscuro. Pero no terminaba ahí la cosa; durante la misa, colocados a cada lado de Don José, tenía que estar al tanto porque, fuera de pié o de redillas, ¡se dormía como un tronco...! jeje. Se iba yendo p'alante, p'alante y, de golpe, ¡zás! tirón p'atrás jeje. Cuando había que levantarse o arrodillarse, me tenía que poner a toser para que reacciora jeje. Bastantes veces me ocurrió esto que cuento con él. Es a la única persona que he visto dormirse de pié. Y si le daba la risa cuando estábamos en plena misa... Ya digo, úNICO el amigo MARTÍN. Saludos