El monroyego es un ser especialmente extraño, capaz de las más grandes hazañas y de entregarse en cuerpo y alma a las más elevadas causas, noble, generoso, pero con muchas dificultades para razonar y muchísimas facultades para gritar. Existe entre nosotros una manifiesta tendencia a ir por libre, a la incapacidad para el trabajo en común, a la desunión, a la violencia, al insulto, a defender cada uno su propia verdad, sin pararnos a realizar un análisis sobre las consecuencias que eso puede acarrear. Nos gusta llevar la contraria por principio y, con frecuencia, nos vemos envueltos en peleas de corral que no tienen ningún sentido. Somos un terreno propicio para los extremismos, para la floración de movimientos tribales, para el surgimiento facil del individuo que se considera merecedor de un trato especial frente a los demás -yo soy el mejor y el otro un inútil, lo que tiene lo consiguió por enchufe-, lo que lleva a ese defecto tan castrante y que tanto nos caracteriza: la envidia. Los poseedores de esta cualidad negativa no necesitan ninguna discriminación positiva, en nuestro medio superan ampliamente el cincuenta por ciento.
HUGO GóMEZ.
HUGO GóMEZ.