La hipertrofía de la autoestima colectiva convertida en ideología recibe el nombre de nacionalismo, una enfermedad que los extremeños desconocen. Por otra parte, la palabra patriota ya es casi inservible, sucia como está desde hace mucho tiempo de sangre y de basura. Pero si algún día, no sé cómo, consiguiéramos limpiarla, aceptando que un patriota es, y por decirlo con las palabras de Enric Sória, alguien para "quien amar a las cosas de casa que lo merecen es una actitud mucho más razonable que menospreciarlas sin motivo" y para quien amar a su tierra, su gente y su lengua contituye el mejor estímulo para amar otras lenguas, otras gentes y otras tierras, entonces dejaríamos de considerar el calificativo patriota como poco menos que un insulto. Entoces sería verdad, también, que los extremeños llevan unos años empezando a ser patriotas. Llevamos unos años. (Sacado del artículo de Javier Cercas en el suplemento de El País, 8/10/2005)
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