RIOLOBOS: GRACIAS ABUELA...

GRACIAS ABUELA
Una tarde se la llevó.
Vivió sonriendo. Y se fue sin apenas llorar. Con sus ochenta y nueve años cerró sus ojos y entró en el cielo.
En esta orilla quedan sus hijas Y un montón de nietos y biznietos. Todos unidos por unos mismos sentimientos: amor, agradecimiento, dolor, sensación de vacío, tristeza inmensa...
Eran muchos los que la querían. Había amado mucho. Había sonreído mucho. Había ayudado mucho. Silenciosamente. Había tenido un corazón muy grande. Había dado su vida alegremente para hacer felices a todos los que encontraba en su camino. Había sembrado alegría y felicidad de un modo natural y espontáneo. Había sembrado lo que llevaba dentro. Casi sin darse cuenta.
Tenía un rinconcito en muchos corazones. Sabía que tenía amigos. Pero había muchos otros que la querían sin ella saberlo. Muchos la vieron una sola vez en la vida y quedaron prendados de su sonrisa, de su alegría, de su sencillez, de su simpatía, de su capacidad natural de hacer la vida agradable a los que estaban a su lado... Muchos la vieron una sóla vez y la seguimos recordando como una luz que nos alumbra y que nos hace ver la vida más hermosa. Y ella nunca supo el bien que nos hizo. Nunca supo el bien que nos sigue haciendo aún después de haberse ido al cielo. Nunca pensó que éramos tantos los que la queríamos. Nunca pensó que seguiría viva en tantos corazones.
Fue una vida llena de sentido. Una vida generosa.
Su cuerpo murió. Pero ella sigue viviendo en el corazón de los que la conocimos. Sigue viva en el bien que hizo. Y seguirá siempre viva. Porque las personas buenas no mueren nunca: viven eternamente en el bien que dejan detrás de sí.
Abuela, somos muchos los que damos gracias a Dios por haberte conocido. La mayoría lo hace en silencio, desde el fondo del corazón.. Gracias por haber existido y por haber sido así. Gracias por haber dado tanto. Gracias. abuela, tu nieta que nunca te olvida.