En el “ legio” lleno de mieses, comienza el trabajo. Hace un aire, suave. Los liendros lanzan la paja a buena altura, los granos de trigo color oro caen al suelo, la paja se la lleva el aire y después cae tapizándolo todo. El lindero de al lado, esta trillando con una pareja de mulas que corren veloces por la parva, es una tarde calurosa, a pesar del suave viento, pero que la hace bochornosa y sofocante. Los carros llegan cargados de trigo por el viejo camino de la laguna, y algunos de estos se dirigen a las proximidades de esta. Al caer la tarde, cruzando la carretera empedrada y con dirección a las eras se observan algunas mujeres bien protegidas, con unos sombreros, de paja, de ala ancha, y tapadas hasta los tobillos, para que el sol abrasador no deje su huella en tan suave y blanca piel. En un costado o en el brazo llevan una cesta de mimbre, algunas un cenacho de esparto, donde llevan la merendilla, y un fresco gazpacho, para calmar un poco la sed de un día de trabajo agotador, de aquellos trilladores, limpiadores y acarreadores, entre otos, donde el agua caliente del barril, ya no hace efecto alguno. Es tal la actividad que se observa y tan laboriosa, que por su sencillez, aunque fuese por un momento me gustaría volver a vivir esa tarde verano en la era.
Un saludo.
Doble J.
Un saludo.
Doble J.