RECUERDO INFANTIL
Acabo de ver una gran paella en el muro de Facebook de una chica de mi pueblo natal (Guadalupe Moreno Delegado) y me ha evocado recuerdos de mi infancia.
"Cuando yo vivía en Riolobos no había pescadería y esos "animalitos" (mejillones y gambas) que aparecen en la paella no los conocíamos. Sólo, de vez en cuando, a eso de las cinco de la tarde, en la plaza de la Iglesia, aparecía el único camión de nuestro pueblo, el del estanquero, que con ayuda de un viejete que hacía de pregonero y aguacil, hacía que muchas mujeres se arremolinasen a comprar su único artículo: las sardinas. Las traía en una caja todas ellas envueltas con hielo y, como era verano, losniños que jugábamos por la plaza, pedíamos un trocito de hielo que, aunque con sabor a pescado, a nosotros que nunca habíamos comido un helado, nos sabía a gloria bendita. Y no te creas que el goce solo era infantil ya que en cada casa había un gato como mínimo que, estuviese donde estuviese, como por arte de magia, aparecía maullando y con el rabo muy tieso pidiendo su parte, aunque la dueña no le complacería hasta que las sardintas se hubiesen limpiado.
Estos hechos acontecían allá por los años cincuenta y pico del siglo pasado. ¿Verdad que te cuesta creerlo?
Lo cuento a modo de anécdota infantil para que veas lo mucho que ha cambiado la vida en nuestro querido pueblo.
Un abrazo para ti y todos tus familiares."
Acabo de ver una gran paella en el muro de Facebook de una chica de mi pueblo natal (Guadalupe Moreno Delegado) y me ha evocado recuerdos de mi infancia.
"Cuando yo vivía en Riolobos no había pescadería y esos "animalitos" (mejillones y gambas) que aparecen en la paella no los conocíamos. Sólo, de vez en cuando, a eso de las cinco de la tarde, en la plaza de la Iglesia, aparecía el único camión de nuestro pueblo, el del estanquero, que con ayuda de un viejete que hacía de pregonero y aguacil, hacía que muchas mujeres se arremolinasen a comprar su único artículo: las sardinas. Las traía en una caja todas ellas envueltas con hielo y, como era verano, losniños que jugábamos por la plaza, pedíamos un trocito de hielo que, aunque con sabor a pescado, a nosotros que nunca habíamos comido un helado, nos sabía a gloria bendita. Y no te creas que el goce solo era infantil ya que en cada casa había un gato como mínimo que, estuviese donde estuviese, como por arte de magia, aparecía maullando y con el rabo muy tieso pidiendo su parte, aunque la dueña no le complacería hasta que las sardintas se hubiesen limpiado.
Estos hechos acontecían allá por los años cincuenta y pico del siglo pasado. ¿Verdad que te cuesta creerlo?
Lo cuento a modo de anécdota infantil para que veas lo mucho que ha cambiado la vida en nuestro querido pueblo.
Un abrazo para ti y todos tus familiares."
