Me tenéis que perdonar pero un comentario en Facebook que me ha hecho una riolobeña que vive en París -María Asunción Pérez Aaziz-, ya jubilada y con la que suelo evocar recuerdos de nuestra infancia, ha hecho que mi memoria de niño riolobeño recordase los veranos de nuestro pueblo. Ella me habla de la "tía Venerada", la partera oficial de entonces, y de los melones que traía su padre con su burrito. Yo he hecho este comentario para ella y lo comparto con todos mis paisanos del foro.
"Claro que me acuerdo de la Sra. Venerada que ayudó a mi madre a traernos al mundo; no es extraño que se hiciese centenaria cuando ella había ayudado a dar vida a la gran mayoría de las mujeres del pueblo. Tenía que ir muy mal el parto para avisar al médico. Vivía en la Plazuela de la Iglesia, frente a la casa del médico que acabó jubilándose - ¿Don Marcelo?-, y vino luego don Eloy, que era más serio que un palo, y muy distante, con su andar tieso y rápido, enemistado con don Fidel el farmacéutico que, para enrabiarle, hacía unas recetas con una letra que sólo entendía él. Era tal el cabreo que se cogía don Fidel que enviaba a quien iba a comprar la medicina para que tradujese los garabatos, la cual cosa provocaba en don Eloy unos comentarios llenos de guasa diciendo que vaya farmacéutico que teníamos que no sabía leer,... Creo que mi padre y don Mariano el Cura intentaron mediar pero no sacaron nada en claro
¿Recuerdas el parto de una señora que creo vivía al inicio de la calle del cura –por la Zabancha Alta-, casi tocando a la plaza de la Iglesia que dio a luz quintillizos? Fue todo un acontecimiento y tuvieron que bautizarlos rápidamente porque entonces eso de las incubadoras no se conocían, fueron metidos en cajas de zapatos envueltos en algodón para que no perdieran el calor y alguna botella de agua tibia. Yo los pude ver porque era monaguillo, aunque se los enseñabann se acercaba. Los pobrecitos murieron todos en menos de una semana. Como nos llevamos unos años de diferencia seguro que no lo recuerdas aunque puede que lo hayas oído contar a tus padres.
De los melones tengo muy buenos recuerdos ya que el que más y el que menos tenía una "raja" de secano que resultaban ser más dulces que los de regadío y, cuando ibas a Holguera y veías los melonares al borde de la carretera se te caía la baba. Era verdad que mucha gente agradecida, nos hacía muchos obsequios y recuerdo un verano en que alguien apareció en nuestra casa con una sandía grandísima que se acercaba a las dos arrobas -22 Kg.- cosa que fue el asombro de todo el vecindario. Mi padre dio las gracias al igual que la abuela Pascuala y todos nos dimos un festín de padre y muy señor mío. ¡Qué artista era él partiéndolas! A cada hijo le adjudicaba una raja y el corazón de la sandía siempre se lo guardaba para mi abuela. Luego, por el hecho de ser el Administrador de la Finca de Pajares, de vez en cuando llegaba al atardecer un remolque de melones que, gracias a una cadena humana de todos los hermanos, se descargaba en un santiamén en el desván o –palabra más riolobeña- en “la troje”. Luego, previendo que en invierno no había la fruta que hay ahora, después de cenar, mi padre junto con la abuela, Macaria y las hermanas mayores se dedicaban a hacer una operación difícil para los hermanos pequeños: forrar cada melón con un entrelazado de nudos con tallos de juncias de forma que al finalizar quedaba el melón como dentro de una red, preparado para ser colgado en las puntas que había clavadas en las vigas de madera de los techos de la “troje” y de las habitaciones. Teníamos melones para todo el otoño y principios del invierno. Otro sistema de conservarlos era enterrarlos dentro del trigo o la cebada, cosa que en mi casa no había. También podíamos comer los higos pasos envueltos en harina, alguna granada y poca cosa más. Ah, sí, rectifico: solía venir un hombre que creo que era de Grimaldo que traía un burro con un serón cargado de naranjas que intentaba vender dando voces por las calles repitiendo monótonamente: “El naranjeroooo” Como había muy poco dinero, la gente las compraba por unidades pudiendo oír: “Véndame docena y media”. A muchos infantes les llegaba una naranja de los Reyes Magos y tan contentos. Y en acabarse los melones o los higos, ya nadie pedía postre para finalizar las comidas.
También era muy común ver a las mujeres en la puerta de la casa al caer las tardes estivales rodeadas de cestos de higos, tomates, melones y otros vegetales que, al entablar conversación con ellas, con toda naturalidad te ofrecían aquello que ellas con una navaja iban partiendo y echando en un gran cuenco. El ofrecimiento era así:
- ¿Has merendado? ¿Quieres una raja de melón, un tomate o unos higos?
- No, muchas gracias, tía ….. (añadías su nombre propio), no tengo hambre –le respondía yo.
Pero ella no se quedaba tranquila e insistía:
- Va, coge, coge, Pedrito, no tengas vergüenza, que son “pa” los cerdos.
Y rara era la vez que no aceptaba el generoso ofrecimiento.
Eran los veranos de nuestra infancia, al final de la década de 1950. Ha llovido mucho y debemos estar contentos del progreso de nuestro querido Riolobos.
Sabadell, septiembre de 2013.
"Claro que me acuerdo de la Sra. Venerada que ayudó a mi madre a traernos al mundo; no es extraño que se hiciese centenaria cuando ella había ayudado a dar vida a la gran mayoría de las mujeres del pueblo. Tenía que ir muy mal el parto para avisar al médico. Vivía en la Plazuela de la Iglesia, frente a la casa del médico que acabó jubilándose - ¿Don Marcelo?-, y vino luego don Eloy, que era más serio que un palo, y muy distante, con su andar tieso y rápido, enemistado con don Fidel el farmacéutico que, para enrabiarle, hacía unas recetas con una letra que sólo entendía él. Era tal el cabreo que se cogía don Fidel que enviaba a quien iba a comprar la medicina para que tradujese los garabatos, la cual cosa provocaba en don Eloy unos comentarios llenos de guasa diciendo que vaya farmacéutico que teníamos que no sabía leer,... Creo que mi padre y don Mariano el Cura intentaron mediar pero no sacaron nada en claro
¿Recuerdas el parto de una señora que creo vivía al inicio de la calle del cura –por la Zabancha Alta-, casi tocando a la plaza de la Iglesia que dio a luz quintillizos? Fue todo un acontecimiento y tuvieron que bautizarlos rápidamente porque entonces eso de las incubadoras no se conocían, fueron metidos en cajas de zapatos envueltos en algodón para que no perdieran el calor y alguna botella de agua tibia. Yo los pude ver porque era monaguillo, aunque se los enseñabann se acercaba. Los pobrecitos murieron todos en menos de una semana. Como nos llevamos unos años de diferencia seguro que no lo recuerdas aunque puede que lo hayas oído contar a tus padres.
De los melones tengo muy buenos recuerdos ya que el que más y el que menos tenía una "raja" de secano que resultaban ser más dulces que los de regadío y, cuando ibas a Holguera y veías los melonares al borde de la carretera se te caía la baba. Era verdad que mucha gente agradecida, nos hacía muchos obsequios y recuerdo un verano en que alguien apareció en nuestra casa con una sandía grandísima que se acercaba a las dos arrobas -22 Kg.- cosa que fue el asombro de todo el vecindario. Mi padre dio las gracias al igual que la abuela Pascuala y todos nos dimos un festín de padre y muy señor mío. ¡Qué artista era él partiéndolas! A cada hijo le adjudicaba una raja y el corazón de la sandía siempre se lo guardaba para mi abuela. Luego, por el hecho de ser el Administrador de la Finca de Pajares, de vez en cuando llegaba al atardecer un remolque de melones que, gracias a una cadena humana de todos los hermanos, se descargaba en un santiamén en el desván o –palabra más riolobeña- en “la troje”. Luego, previendo que en invierno no había la fruta que hay ahora, después de cenar, mi padre junto con la abuela, Macaria y las hermanas mayores se dedicaban a hacer una operación difícil para los hermanos pequeños: forrar cada melón con un entrelazado de nudos con tallos de juncias de forma que al finalizar quedaba el melón como dentro de una red, preparado para ser colgado en las puntas que había clavadas en las vigas de madera de los techos de la “troje” y de las habitaciones. Teníamos melones para todo el otoño y principios del invierno. Otro sistema de conservarlos era enterrarlos dentro del trigo o la cebada, cosa que en mi casa no había. También podíamos comer los higos pasos envueltos en harina, alguna granada y poca cosa más. Ah, sí, rectifico: solía venir un hombre que creo que era de Grimaldo que traía un burro con un serón cargado de naranjas que intentaba vender dando voces por las calles repitiendo monótonamente: “El naranjeroooo” Como había muy poco dinero, la gente las compraba por unidades pudiendo oír: “Véndame docena y media”. A muchos infantes les llegaba una naranja de los Reyes Magos y tan contentos. Y en acabarse los melones o los higos, ya nadie pedía postre para finalizar las comidas.
También era muy común ver a las mujeres en la puerta de la casa al caer las tardes estivales rodeadas de cestos de higos, tomates, melones y otros vegetales que, al entablar conversación con ellas, con toda naturalidad te ofrecían aquello que ellas con una navaja iban partiendo y echando en un gran cuenco. El ofrecimiento era así:
- ¿Has merendado? ¿Quieres una raja de melón, un tomate o unos higos?
- No, muchas gracias, tía ….. (añadías su nombre propio), no tengo hambre –le respondía yo.
Pero ella no se quedaba tranquila e insistía:
- Va, coge, coge, Pedrito, no tengas vergüenza, que son “pa” los cerdos.
Y rara era la vez que no aceptaba el generoso ofrecimiento.
Eran los veranos de nuestra infancia, al final de la década de 1950. Ha llovido mucho y debemos estar contentos del progreso de nuestro querido Riolobos.
Sabadell, septiembre de 2013.
Hola Pedro, Tengo que corregirte, el medico que mencionas no se llamaba Marcelo, se llamaba Dn Juan que mas que medico se parecía a un veterinario con perdón delos veterinario, padre de Luisito.,
Lo de don Eloy y don Fidel era publico y notorio, yo recuerdo varias veces ir ala farmacia y después de jurar cabrearse y ponerse rojo mandarme a que me pusiera claro el medicamento, que no lo entendía, y decirme don Eloy después deponerlo mas claro, que se ponga a clase.
Me entre que estuvisteis los hermanos/a en el pueblo no hace mucho, hubiera gustado saludaros, me gustaria si vuelves lo pusieras en el foro para estar pendiente un saludo
Lo de don Eloy y don Fidel era publico y notorio, yo recuerdo varias veces ir ala farmacia y después de jurar cabrearse y ponerse rojo mandarme a que me pusiera claro el medicamento, que no lo entendía, y decirme don Eloy después deponerlo mas claro, que se ponga a clase.
Me entre que estuvisteis los hermanos/a en el pueblo no hace mucho, hubiera gustado saludaros, me gustaria si vuelves lo pusieras en el foro para estar pendiente un saludo
Hace un par de años estuvimos porque necesitábamos unos papeles del Ayuntamiento para arreglar cosas de la herencia de nuestros padres que a medida que iban pasando los años nos daba mucha pereza. Nos recibieron muy bien, luego estuvimos con Rafa y Robustiano, fuimos a lo que eran las escuelas y estuve hablando con gente un poquito mayores que yo, luego pasamos por el bar del Hogar del Jubilado d de pude charlar con muchos riolobeños. Fue un día emocionante y me vi e satisfecho por lo mucho que habéis trabajado por tener a Riolobos tan bonito. Si vuelvo, haré lo que me dices.
Es verdad que el médico era don Juan. Dudé mucho y fallé. La memoria, con los años, pasa actura.
Un abrazo.
Es verdad que el médico era don Juan. Dudé mucho y fallé. La memoria, con los años, pasa actura.
Un abrazo.
Podrías hacer una revista blog o como quieran llamarlo ahora con las nuevas tecnologías, donde escribiera gente que son de ahí, en origen pero que emigramos de ahí de pequeños... Y hemos hecho la vida en otro sitio o en varios sitios tal como es mi caso,,,, Estuve en Madrid donde pase muchos años, luego, estuve en Mallorca, Zaragoza, Alicante, etc..... Yo animo a que se intente algo, así, pués me parece más positivo y mas enriquecedor para todos, que los simples comentarios de "Yo conocí a la tenía no se que o no se cuanto, con todos los respetos, que también se pueden hacer pero queda todo bastante vacío". Creo que los que salimos de ahí, y sin embargo de alguna manera sentimos que alguna raíz extremeña, aún nos recorre el cuerpo; Hemos vivido bastantes experiencias y se podrían contar muchas cosas, además de los recuerdos de infancia... Y por supuesto doy por hecho que los que han vivido ahí, también las tienen, también serían interesante, como ha transcurrido su vida ahí, y que han hecho etc.... Y sobre todo los comentarios sobre política están fuera de lugar me parecen absurdos y ridículos no dicen nada es absurdo hacer comentarios que si tal partido que si cual que si fulanito de tal partido que si menganito de otro cualquiera y menos aún de historietas de la guerra civil.... Yo hace años que como terapia no quiero saber nada de política, ni programas de cotilleo, menos aún de historietas de guerra... También dedicar un recuerdo a los que salieron de su tierra y nunca se olvidaron de su tierra, y sus restos descansan en otras tierras, he conocido casos--