He visto en Facebook una foto de Loli Milla Cuarto donde, detrás de un jinete, se ve una envina preciosa, extraordinariamente hermosa. Gracias a ella, que personalmente no conozco, pero que sí recuerdo con mucho cariño a su tío Antolín -hoy fallecido- por ser una gran hombre, me he imaginado nuestros encinares y escrbiendo, escribiendo, me ha salido esto:
LAS ENCINAS, HACER LEÑA, LA LUMBRE Y LA ILUMINACIÓN DE LAS CASAS.
¡Qué encina tan grande y bonita se ve al fondo! ¡Qué bonito es pasear entre ellas! ¿Aún se varean para que los cochinos puedan seguir con el engorde?. En Pajares no había, pero cuando ibas a la Barranca podías ver bonitos ejemplares, i también los veías en la Debesa del Pueblo, detrás del Cerro del Tomillar. ¿Aún se sortean lotes de leña entre todos los que son vecinos? Cada uno, en los días de invierno en que la faena menguaba, se preparaba al burro con los aparejos, se cogía el hacha y no sé si también la segureja, pedia el hato a su mujer, se apañaba con cuerdas, montaba el animal y hacia la Dehesa en busca de una buena carga. ¡Y qué trozos de leños salían! Al llegar por la tarde, una faena importante era la descarga, clasificando la leña de forma que la que era muy gorda se había de trocear con unas cuñas de hierro y un mazo de grandes dimensiones y peso. Se amontonaba y el ramaje se apartaba para encender la lumbre a punto de día. Y los leños, si eran grueso, podías verlos al día siguiente sin acabar de consumirse y que servían para reavivar la lumbre mortecina. Y es que en todas las casas había un señor hogar y si hacía viento y la chimenea no tiraba bien, la cocina se llenaba de un humo que a todos nos hacia llorar y, lo que es peor, cuando ibas a la escuela o al comercio todos te miraban y alguno te decía: "Joer, güelis tanto a jumo que parecí que has apagao un incendiu". Y es que entonces desconocíamos cómo eran las bombonas de butano, no teníamos las cocinas altas con horno incorporado y, por no haber, no teníamos luz eléctrica Sólo había candiles de aceite, los faroles para ir a la cuadra con sus caras laterales de cristal para evitar que el aire apagara la llama, o un carburo que si su válvula funcionaba y habías cerrado bien el recipiente del mineral era el que más iluminaba.
En fin, tiempos hace ya, allá por los años 50 del siglo pasado. ¡Cuánto ha llovidos en Riolobos. Dios mío!
Sabadell, 4 de noviembre de 2012
LAS ENCINAS, HACER LEÑA, LA LUMBRE Y LA ILUMINACIÓN DE LAS CASAS.
¡Qué encina tan grande y bonita se ve al fondo! ¡Qué bonito es pasear entre ellas! ¿Aún se varean para que los cochinos puedan seguir con el engorde?. En Pajares no había, pero cuando ibas a la Barranca podías ver bonitos ejemplares, i también los veías en la Debesa del Pueblo, detrás del Cerro del Tomillar. ¿Aún se sortean lotes de leña entre todos los que son vecinos? Cada uno, en los días de invierno en que la faena menguaba, se preparaba al burro con los aparejos, se cogía el hacha y no sé si también la segureja, pedia el hato a su mujer, se apañaba con cuerdas, montaba el animal y hacia la Dehesa en busca de una buena carga. ¡Y qué trozos de leños salían! Al llegar por la tarde, una faena importante era la descarga, clasificando la leña de forma que la que era muy gorda se había de trocear con unas cuñas de hierro y un mazo de grandes dimensiones y peso. Se amontonaba y el ramaje se apartaba para encender la lumbre a punto de día. Y los leños, si eran grueso, podías verlos al día siguiente sin acabar de consumirse y que servían para reavivar la lumbre mortecina. Y es que en todas las casas había un señor hogar y si hacía viento y la chimenea no tiraba bien, la cocina se llenaba de un humo que a todos nos hacia llorar y, lo que es peor, cuando ibas a la escuela o al comercio todos te miraban y alguno te decía: "Joer, güelis tanto a jumo que parecí que has apagao un incendiu". Y es que entonces desconocíamos cómo eran las bombonas de butano, no teníamos las cocinas altas con horno incorporado y, por no haber, no teníamos luz eléctrica Sólo había candiles de aceite, los faroles para ir a la cuadra con sus caras laterales de cristal para evitar que el aire apagara la llama, o un carburo que si su válvula funcionaba y habías cerrado bien el recipiente del mineral era el que más iluminaba.
En fin, tiempos hace ya, allá por los años 50 del siglo pasado. ¡Cuánto ha llovidos en Riolobos. Dios mío!
Sabadell, 4 de noviembre de 2012