Me vais a tener que perdonar por la cantidad de intervenciones que hago actualmente. Tengo que aprovechar los momentos de recuerdos que se evocan por cualquier palabra clave que leo en la intervención de los demás. No obligo a nadie a que me lea, sólo quiero haceos partícipes de mis puntos de vista, sentimientos y emociones.
Hace dos años mis hermanos y yo nos acercamos a Riolobos porque necesitábamos documentos del Ayuntamiento. Nos recibieron tan bien que os transcribo la carta que dirigí a la Alcaldesa para darle las gracias en nombre de mis hermanos.
Decía así:
Sabadell, 19 de septiembre de 2011
Esperanza González
Alcaldesa de
Riolobos.
Querida Esperanza:
Ya hace días que quiero escribirte para agradecerte el detallazo que tuviste con nosotros al dejar lo que estabas haciendo y dedicarte a atendernos. Todos mis hermanos hemos quedado muy contentos de las atenciones recibidas por ti y por parte del Sr. Secretario y de los funcionarios que en se momento estaban. Para nosotros resultaba un momento muy emotivo porque el lugar evocaba la memoria de nuestro padre que contra su voluntad hubo de ejercer de Alcalde. Se había quedado viudo hacía muy poco y éramos cinco hijos y la suegra a los que debía atender. Hizo todos los posibles e imposibles para no aceptar el nombramiento pero el Gobernado Civil no cedió y eso hizo que lo fuera unos cinco o seis años. ¡Cuántos domingos después de misa hice compañía al alguacil Domiciano para que después de finalizar los plenos interminables regresáramos a casa para comer!; se hacían en día festivo porque no quería que los concejales y él mismo faltasen a sus obligaciones en días laborables.
Viendo las misma oficinas, su escuelita ahora transformada en Centro de Salud, la plazoleta -con su fuente- toda cambiadísima donde hacíamos el recreo, sus calles asfaltadas... sentí envidia porque los momentos en que él ostentó tal cargo eran muy diferentes: un Riolobos sin recursos (¿años 1956-61?) donde abundaba el paro y casi todos jornaleros, la superpoblación que provocaba que las aulas se llenasen con un exceso de matrícula (vi en su libro registrados 106 alumnos), los inicios de la seguridad social donde el médico vivía de las “igualas”, la ausencia de alcantarillado que provocaba bandos donde se prohibía vaciar en la calle los orinales y hacer “aguas mayores y menores”, ancianos que para poder cobrar el subsidio de la vejez habían de aportar la signatura de mi padre para justificar que habían trabajado, calles que carecían de asfalto y aquellas que se iban arreglando se hacían a base de “peonadas de aportación vecinal”, ausencia de agua corriente... Era un Riolobos que tal vez no conociste, pero que tus mayores sí que recordarán.
Riolobos, el de ahora, por suerte, nada tiene que ver con el que te acabo de describir. Es para nosotros una satisfacción al comprobar los cambios tan positivos que ha sufrido. Y es que los riolobeños os lo merecéis porque vuestro trabajo ha hecho que esté como esté. ¿Quién se iba a imaginar que a la entrada, por la zona del Faro, iba a tener un parterre lleno de palmeras?. En mis años jóvenes se le llamaba “el Mentidero”- donde cada tarde don Mariano el cura, Máximo Lucía, el tío Benito Municio, el Sr. Emiliano y otros se reunían cada tarde para cambiar impresiones. Hacían paseos hasta la segunda alcantarilla, regresaban y se sentaban en un poyo. Tus mayores te puede explicar quiénes eran.
Y no hablemos del Ejido. ¡Qué buen uso habéis hecho de él!. Una laguna transformada en lago con peces y patos, un parque húmedo y lleno de vegetación cuando siempre fue un erial; polideportivo y colegios que son unas instalaciones dedicadas a los jóvenes e infantes con una zona de conjunto residencial a base de casas adosadas con garaje y jardín que ya las querríamos tener los que vivimos en la ciudad.
¡Qué cambios en las fachadas de las casas en cualquier calle! ¡Qué limpieza! Y todas asfaltadas de manera que ya no se han de salvar los altibajos producidos por el empedrado irregular. ¿Dónde fue a parar el puente de la Zabancha? Y la oficina de correos que ya no está en casa del Sr. Arroyo (¿era Lucio su nombre?), allá por la zona baja del pueblo, al final de la Calle Real. Ahora, nosotros, nos sentimos orgullosos de que la antigua escuela de mi madre –en ella estuvo desde el año 1935 hasta los inicios de la década de los 50- la hayáis dedicado a la sede de la Oficina de Correos. ¿Sabes que una noche se hundió todo su techo y que por eso se salvaron las niñas y mi madre? No sé cuándo hacen el reparto, pero en nuestros tiempos, con lluvia, viento, frío y calor, fuese día laborable o festivo, el cartero se iba a Mirabel en bicicleta y hacía su reparto diario. Como ves, ese servicio público entonces funcionaba muy bien. ¿Y el pozo de la Plaza de la Iglesia donde abrevaban las caballerías cada tarde antes de estabularse?: cuesta reconocerla en la actualidad.
Y otro cambio que no debo olvidar porque merece un elogio positivo es el hecho de transformar las escuelas del Ejido en una Residencia de la Tercera Edad. Mi hermana Ángela y yo tuvimos el atrevimiento de colarnos sin permiso y ver algunas dependencias; qué dignidad para nuestros ancianos. Antes, ingresar en una institución de esta categoría era sinónimo de soledad, abandono, despedirse del pueblo para ir al Amparo de Plasencia, perder las raíces... Con lo que habéis hecho conseguís que los que tienen movilidad normal puedan salir, visitar a su familiares y amigos, dar una vuelta por la que fue su casa... A eso se le llama llevar una vejez digna Creo que os debéis sentir orgullosos. Y lo mismo digo del Hogar del Pensionista.
Y también, por lo que a nosotros nos toca, felicitaros y daros las gracias por la atención que dais al cementerio. El cambio sufrido y los esfuerzos que hacéis para tenerlo tan limpio, tan verde y tan cuidado hace que haya un gran contraste con el que dejamos cuando nos fuimos por eso, porque allí descansan nuestros padres, os damos las gracias.
Y ya te dejo, estamos muy orgullosos de haber nacido y crecido ahí y el que después de tantos años aún se recuerde la memoria de nuestros padres. Es una señal de que reconocen lo mucho que trabajaron por Riolobos En el fondo, al igual que nosotros, ellos se sentirían orgullosos de sus discípulos o de sus hijos. Ten en cuenta que formaron a numerosos riolobeños/as ya que desde el 1935 al 1954, mi madre y desde 1937 al 1962, mi padre, dedicaron toda su vida laboral por tal de subir su nivel cultural. Eran tiempos difíciles para los maestros, pero ellos supieron ejercer su profesión con dignidad.
Todos, vuestros abuelos, padres y vuestra generación habéis conseguido que tengáis un gran pueblo.
Te adjunto las fotos que me pediste y has de disculparnos que alguna de ellas no tengan una calidad aceptables. En los tiempos en que fueron hechas, las dimensiones eran muy reducidas y al ampliarlas quedan un poco borrosas. Hay una de ellas en las que estamos todos nosotros con mi padre y que debió se hecha allá por los años 1948-50 en una de las dos fiestas locales: San Blas o Santa Catalina. El “retratista”, en la Plaza de la Iglesia, creo que junto a una pared de la iglesia, desenrollaba un mural con un paisaje de ciudad y todo el que quería y quien tenía unas pesetas se podía hacer un “retrato” familiar.
Pido disculpas por haberme extendido tanto, pero la visita de unas pocas horas, nos evocó los años de infancia y juventud vividos con plenitud en tu pueblo y el nuestro.
Recibe un abrazo en nombre de mis hermanos y en el mío propio.
Hace dos años mis hermanos y yo nos acercamos a Riolobos porque necesitábamos documentos del Ayuntamiento. Nos recibieron tan bien que os transcribo la carta que dirigí a la Alcaldesa para darle las gracias en nombre de mis hermanos.
Decía así:
Sabadell, 19 de septiembre de 2011
Esperanza González
Alcaldesa de
Riolobos.
Querida Esperanza:
Ya hace días que quiero escribirte para agradecerte el detallazo que tuviste con nosotros al dejar lo que estabas haciendo y dedicarte a atendernos. Todos mis hermanos hemos quedado muy contentos de las atenciones recibidas por ti y por parte del Sr. Secretario y de los funcionarios que en se momento estaban. Para nosotros resultaba un momento muy emotivo porque el lugar evocaba la memoria de nuestro padre que contra su voluntad hubo de ejercer de Alcalde. Se había quedado viudo hacía muy poco y éramos cinco hijos y la suegra a los que debía atender. Hizo todos los posibles e imposibles para no aceptar el nombramiento pero el Gobernado Civil no cedió y eso hizo que lo fuera unos cinco o seis años. ¡Cuántos domingos después de misa hice compañía al alguacil Domiciano para que después de finalizar los plenos interminables regresáramos a casa para comer!; se hacían en día festivo porque no quería que los concejales y él mismo faltasen a sus obligaciones en días laborables.
Viendo las misma oficinas, su escuelita ahora transformada en Centro de Salud, la plazoleta -con su fuente- toda cambiadísima donde hacíamos el recreo, sus calles asfaltadas... sentí envidia porque los momentos en que él ostentó tal cargo eran muy diferentes: un Riolobos sin recursos (¿años 1956-61?) donde abundaba el paro y casi todos jornaleros, la superpoblación que provocaba que las aulas se llenasen con un exceso de matrícula (vi en su libro registrados 106 alumnos), los inicios de la seguridad social donde el médico vivía de las “igualas”, la ausencia de alcantarillado que provocaba bandos donde se prohibía vaciar en la calle los orinales y hacer “aguas mayores y menores”, ancianos que para poder cobrar el subsidio de la vejez habían de aportar la signatura de mi padre para justificar que habían trabajado, calles que carecían de asfalto y aquellas que se iban arreglando se hacían a base de “peonadas de aportación vecinal”, ausencia de agua corriente... Era un Riolobos que tal vez no conociste, pero que tus mayores sí que recordarán.
Riolobos, el de ahora, por suerte, nada tiene que ver con el que te acabo de describir. Es para nosotros una satisfacción al comprobar los cambios tan positivos que ha sufrido. Y es que los riolobeños os lo merecéis porque vuestro trabajo ha hecho que esté como esté. ¿Quién se iba a imaginar que a la entrada, por la zona del Faro, iba a tener un parterre lleno de palmeras?. En mis años jóvenes se le llamaba “el Mentidero”- donde cada tarde don Mariano el cura, Máximo Lucía, el tío Benito Municio, el Sr. Emiliano y otros se reunían cada tarde para cambiar impresiones. Hacían paseos hasta la segunda alcantarilla, regresaban y se sentaban en un poyo. Tus mayores te puede explicar quiénes eran.
Y no hablemos del Ejido. ¡Qué buen uso habéis hecho de él!. Una laguna transformada en lago con peces y patos, un parque húmedo y lleno de vegetación cuando siempre fue un erial; polideportivo y colegios que son unas instalaciones dedicadas a los jóvenes e infantes con una zona de conjunto residencial a base de casas adosadas con garaje y jardín que ya las querríamos tener los que vivimos en la ciudad.
¡Qué cambios en las fachadas de las casas en cualquier calle! ¡Qué limpieza! Y todas asfaltadas de manera que ya no se han de salvar los altibajos producidos por el empedrado irregular. ¿Dónde fue a parar el puente de la Zabancha? Y la oficina de correos que ya no está en casa del Sr. Arroyo (¿era Lucio su nombre?), allá por la zona baja del pueblo, al final de la Calle Real. Ahora, nosotros, nos sentimos orgullosos de que la antigua escuela de mi madre –en ella estuvo desde el año 1935 hasta los inicios de la década de los 50- la hayáis dedicado a la sede de la Oficina de Correos. ¿Sabes que una noche se hundió todo su techo y que por eso se salvaron las niñas y mi madre? No sé cuándo hacen el reparto, pero en nuestros tiempos, con lluvia, viento, frío y calor, fuese día laborable o festivo, el cartero se iba a Mirabel en bicicleta y hacía su reparto diario. Como ves, ese servicio público entonces funcionaba muy bien. ¿Y el pozo de la Plaza de la Iglesia donde abrevaban las caballerías cada tarde antes de estabularse?: cuesta reconocerla en la actualidad.
Y otro cambio que no debo olvidar porque merece un elogio positivo es el hecho de transformar las escuelas del Ejido en una Residencia de la Tercera Edad. Mi hermana Ángela y yo tuvimos el atrevimiento de colarnos sin permiso y ver algunas dependencias; qué dignidad para nuestros ancianos. Antes, ingresar en una institución de esta categoría era sinónimo de soledad, abandono, despedirse del pueblo para ir al Amparo de Plasencia, perder las raíces... Con lo que habéis hecho conseguís que los que tienen movilidad normal puedan salir, visitar a su familiares y amigos, dar una vuelta por la que fue su casa... A eso se le llama llevar una vejez digna Creo que os debéis sentir orgullosos. Y lo mismo digo del Hogar del Pensionista.
Y también, por lo que a nosotros nos toca, felicitaros y daros las gracias por la atención que dais al cementerio. El cambio sufrido y los esfuerzos que hacéis para tenerlo tan limpio, tan verde y tan cuidado hace que haya un gran contraste con el que dejamos cuando nos fuimos por eso, porque allí descansan nuestros padres, os damos las gracias.
Y ya te dejo, estamos muy orgullosos de haber nacido y crecido ahí y el que después de tantos años aún se recuerde la memoria de nuestros padres. Es una señal de que reconocen lo mucho que trabajaron por Riolobos En el fondo, al igual que nosotros, ellos se sentirían orgullosos de sus discípulos o de sus hijos. Ten en cuenta que formaron a numerosos riolobeños/as ya que desde el 1935 al 1954, mi madre y desde 1937 al 1962, mi padre, dedicaron toda su vida laboral por tal de subir su nivel cultural. Eran tiempos difíciles para los maestros, pero ellos supieron ejercer su profesión con dignidad.
Todos, vuestros abuelos, padres y vuestra generación habéis conseguido que tengáis un gran pueblo.
Te adjunto las fotos que me pediste y has de disculparnos que alguna de ellas no tengan una calidad aceptables. En los tiempos en que fueron hechas, las dimensiones eran muy reducidas y al ampliarlas quedan un poco borrosas. Hay una de ellas en las que estamos todos nosotros con mi padre y que debió se hecha allá por los años 1948-50 en una de las dos fiestas locales: San Blas o Santa Catalina. El “retratista”, en la Plaza de la Iglesia, creo que junto a una pared de la iglesia, desenrollaba un mural con un paisaje de ciudad y todo el que quería y quien tenía unas pesetas se podía hacer un “retrato” familiar.
Pido disculpas por haberme extendido tanto, pero la visita de unas pocas horas, nos evocó los años de infancia y juventud vividos con plenitud en tu pueblo y el nuestro.
Recibe un abrazo en nombre de mis hermanos y en el mío propio.