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Enric Sopena
Enric Sopena
Cabos Sueltos
Con multas no se rescata el “cariño verdadero” a España, que “ni se compra ni se vende”
29/11/2013
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Recientemente falleció el gran Manolo Escobar, al que nadie podrá -con su célebre ¡”Y viva España”!- regatear su amor a la patria española. Se casó con una alemana, Anita Marx. Manolo sólo entendía el castellano y el catalán. Y era un apasionado seguidor del Fútbol Club Barcelona. Su Anita, 53 años de matrimonio, es del Real Madrid.

Otro pasodable, Manolo
Otro pasodoble muy famoso de Manolo fue, y seguirá siendo, el “Cariño verdadero”. Esa alegre canción advierte a los enamorados: “El cariño verdadero ni se compra ni se vende. No hay en el mundo dinero para comprar los quereres”. La letra tiene mucha razón. Esa razón que no tiene, por cierto, el Gobierno de Mariano Rajoy.

¿Cómo se miden tales ofensas?
A España, Sr. Rajoy, se la quiere o no, pero verdad es que el fervor patriótico ni se compra ni se vende. Tampoco se consigue multando a los que la ofenden. ¿Y cómo deben valorarse las ofensas a España? ¿Cómo se miden tales ofensas? Las ofensas mediante insultos pueden enojar a quienes piensan distinto. Pero ni el dinero ni las multas son el mejor camino para que los antiespañoles se conviertan al amor a España. Lo mismo cabe decir respecto a las Autonomías.

Opípara cartera
¿Ofenden a España todos aquellos que, sin insultos ni injurias, destrozan las bases de un país democrático como es el nuestro? Sí, desde luego. Quienes ofenden a España y, sobre todo a la mayoría de los ciudadanos, son todos aquellos chorizos que enarbolan la bandera y lo que les importa es forrar su cartera.

Poderosos y millonarios
Son todos aquellos que gritan ¡España, España, España! y convierten este país en el hazmerreír de otras naciones. Es aquí donde la corrupción se la vienen pasando -algunos gobernantes- por el arco de triunfo. Y son aquellos que adulan a los poderosos y a los millonarios.

Herederos de la Dictadura
Son los mismos que se esfuerzan en dinamitar el Estado del Bienestar. Son los que se cargan la libertad de expresión y persiguen a los periodistas de la izquierda. Son los que engañan a la opinión pública con sus mentiras guisadas en Génova 13 y aprobadas en el Palacio de la Moncloa. Son los nacionalistas populares, herederos de la dictadura. Son el azote de los inmigrantes, que no son españoles. ¿Pero no ser español es pecado? El ministro del Interior cree que multando al personal antiespañol el cariño verdadero a España se producirá pronto.

Las vallas de cuchillas
Un ministro que se empeña en imponer vallas de cuchillas, como ha hecho ante Melilla para frenar a los inmigrantes, cuya maldad es el hambre, no debiera ni un minuto más continuar azuzando peligrosamente a los más débiles. Todo esto no fortalece precisamente a España. Todo esto, al contrario, nos acerca de nuevo a la España de charanga y pandereta. A la España de los caciques. Cacique es Carlos Fabra, tan español como sinvergüenza. ¡Resucita, gran Manolo Escobar!