Quiero información de esta noria. Mi padre -D. Miguel, el Maestro, Miguel Ligero, que así se le conocía en el pueblo- compró una huerta a tío León, que vivía junto a casa del veterinario, D. Francisco Peláez, y también vecino nuestro. La debió comprar cuando llegó al pueblo y, como en aquellos años de la postguerra los maestros ganaban una miseria, le sirvió de ayuda para que a la familia no le faltaran ni frutas ni verduras. Cada tarde, después de la escuela, con una burrita que teníamos, marchaba a la huerta donde cultivaba los productos típicos de cada estación y con ayuda de ella iba llenando de agua un pilón para hacer el riego necesario. En verano los veneros se secaban y había que esperar todo un día para regar por la noche y así evitar que el sol estival no evaporase el agua de los surcos. La burrita daba vueltas y más vueltas alrededor de la noria y para evitar que se parase mi padre le tapaba los ojos con una chaqueta vieja.
Al cabo de muchos años mi padre, para aumentar sus ingresos, aceptó ser administrador de las fincas de Pajares y La Barranca y dejó de ir a su huerta cada tarde porque con una bici y luego con una moto marchaba a dar una vuelta a esas fincas. Como había regadío en Pajares a casa entraban las frutas y verduras vegetales que antes él cultivaba. Pasaron los años y nuestro padre murió antes de lo que cualquier hijo deseara, a los 54 años, por culpa de un cáncer de estómago. Hubimos de marchar y la huerta fue vendida al Tío Comino, un hombre agradable, enjuto, simpático, muy dicharachero, amigo de los niños a los que se paraba para contarles cualquier relato con el que conseguía que a nosotros los infantes se nos quedase la boca abierta y tuviésemos hacia él una cierta admiración. Recuerdo que era tío de nuestra querida Macaria la cual estuvo en casa muchos años desempeñando el cargo de criada de la abuela Pascuala. El tío Comino vivía por una zona del pueblo al que llamábamos El Cuenco, a las afueras, por donde mi padre pasaba cada día para coger el camino de Pajares. El tío Comino tenía muchos hijos. No me queda claro si mi hermano se la vendió a él o a su hijo mayor. Sí recuerdo el precio: 20.000 pesetas.
Si la foto de la noria que tenéis en el portal de RIOLOBEÑOS POR EL MUNDO es la de la huerta que un día fue nuestra, me gustaría saberlo. La compró mi padre a un industrial de Alba de Tormes, un tal Sánchez, según figura en el hierro superior del eje del que sale el palo que sirve para enanchar el animal. Y es que antes de que existiera esta noria, había una especie de puertecita en el brocal que permitía acercarte más al agua si bajabas unos escalones y cogerla con ayuda de un cubo que pendía en el extremo de un palo muy largo llamado “cigüeño” que actuaba en forma de palanca ya que en el otro extremo se le ponía unas piedras para que sirviera de contrapeso. Había `peligro de caer al pozo y mi madre, que tenía miedo de perder a su marido ahogado, le obligaba a atarse por la cintura, y él, obediente, sacaba cubos y cubos hasta acabar de regar. Por eso cambió el “cigüeño” por una noria con cangilones que con el paso del tiempo se oxidaban y agujereaban de forma que casi no subía agua y había que comprarlos y sustituirlos.
Ahora, los sucesores del Tío Comino, deben tenerla como adorno ya que al pasar tanta agua por el arroyo. Seguro que tienen un motorcito con bomba que cumple mejor las funciones de riego. Y yo, en nombre de mis hermanos, les tengo que dar las gracias. Me he permitido copiar la foto para guardarla en mi colección de recuerdos familiares.
Sabadell, 4 de noviembre de 2011
Al cabo de muchos años mi padre, para aumentar sus ingresos, aceptó ser administrador de las fincas de Pajares y La Barranca y dejó de ir a su huerta cada tarde porque con una bici y luego con una moto marchaba a dar una vuelta a esas fincas. Como había regadío en Pajares a casa entraban las frutas y verduras vegetales que antes él cultivaba. Pasaron los años y nuestro padre murió antes de lo que cualquier hijo deseara, a los 54 años, por culpa de un cáncer de estómago. Hubimos de marchar y la huerta fue vendida al Tío Comino, un hombre agradable, enjuto, simpático, muy dicharachero, amigo de los niños a los que se paraba para contarles cualquier relato con el que conseguía que a nosotros los infantes se nos quedase la boca abierta y tuviésemos hacia él una cierta admiración. Recuerdo que era tío de nuestra querida Macaria la cual estuvo en casa muchos años desempeñando el cargo de criada de la abuela Pascuala. El tío Comino vivía por una zona del pueblo al que llamábamos El Cuenco, a las afueras, por donde mi padre pasaba cada día para coger el camino de Pajares. El tío Comino tenía muchos hijos. No me queda claro si mi hermano se la vendió a él o a su hijo mayor. Sí recuerdo el precio: 20.000 pesetas.
Si la foto de la noria que tenéis en el portal de RIOLOBEÑOS POR EL MUNDO es la de la huerta que un día fue nuestra, me gustaría saberlo. La compró mi padre a un industrial de Alba de Tormes, un tal Sánchez, según figura en el hierro superior del eje del que sale el palo que sirve para enanchar el animal. Y es que antes de que existiera esta noria, había una especie de puertecita en el brocal que permitía acercarte más al agua si bajabas unos escalones y cogerla con ayuda de un cubo que pendía en el extremo de un palo muy largo llamado “cigüeño” que actuaba en forma de palanca ya que en el otro extremo se le ponía unas piedras para que sirviera de contrapeso. Había `peligro de caer al pozo y mi madre, que tenía miedo de perder a su marido ahogado, le obligaba a atarse por la cintura, y él, obediente, sacaba cubos y cubos hasta acabar de regar. Por eso cambió el “cigüeño” por una noria con cangilones que con el paso del tiempo se oxidaban y agujereaban de forma que casi no subía agua y había que comprarlos y sustituirlos.
Ahora, los sucesores del Tío Comino, deben tenerla como adorno ya que al pasar tanta agua por el arroyo. Seguro que tienen un motorcito con bomba que cumple mejor las funciones de riego. Y yo, en nombre de mis hermanos, les tengo que dar las gracias. Me he permitido copiar la foto para guardarla en mi colección de recuerdos familiares.
Sabadell, 4 de noviembre de 2011