Los pastores de las dehesas extremeñas, lo consideran una costumbre traída por los transhumantes castellanos, hacían pastar sus ganados al ritmo del tamboril. En Torrejoncillo aseguraban que con el monótono tan-tan las ovejas comían más tranquilas y que, al tener el tambor los parches de piel de perro, el insistente sonido no permitía que los lobos se acercaran a la manada. "El son pinta lo mismo que los ladríos de los perros en la cosa que tenga que ver con los lobos encelaos con la majá", se suele escuchar en más de una ocasión en el referido pueblo. Tal afirmación nos introduce de lleno en el contexto de la magia hemeopática. También el tambor, generalmente de piel de perro, se empleaba en Las Hurdes para defenderse del bichu tanto por los pastores como por los caminantes:
"Los lobos tienen hambre y bajan al valle para devorar el ganado. Al infeliz sacristán le han comido siete cabras, a dos pasos del aprisco. Los jóvenes de las aldeas inmediatas, que acuden a la clase de adultos de la escuela, forman receloso pelotón, batiendo un tambor para ahuyentar con sus ruidos a las fieras"
Actualmente se necesitan más tambores y más tiempo zumbando para que se ahuyenten y algunas ni así, pierden de vista al pastor ni a la majá el caso es insistir que algo se consigue.
Saludos de doble J.
"Los lobos tienen hambre y bajan al valle para devorar el ganado. Al infeliz sacristán le han comido siete cabras, a dos pasos del aprisco. Los jóvenes de las aldeas inmediatas, que acuden a la clase de adultos de la escuela, forman receloso pelotón, batiendo un tambor para ahuyentar con sus ruidos a las fieras"
Actualmente se necesitan más tambores y más tiempo zumbando para que se ahuyenten y algunas ni así, pierden de vista al pastor ni a la majá el caso es insistir que algo se consigue.
Saludos de doble J.