Pasadizos más o menos secretos, que servían tanto para protegerse de las inclemencias, como para escapar de posibles peligros y, por si fuera poco, permitían tener más espacio en la ladera del monte con vías o calles, construyendo sobre esos pasadizos dos o tres alturas, estando en la inferior (en los pasadizos) los accesos a cuadras, pocilgas y bodegas.