Ayer fue un día de fiesta para la pequeña población de Romangordo. O mejor, como dijo su alcaldesa, Rosario Cordero, lo lleva siendo desde que hace siete años entró en funcionamiento la residencia de mayores 'Pablo Naranjo', el motor del desarrollo del municipio. El presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, recorrió ayer sus instalaciones y departió con algunos de los internos, minutos antes de inaugurar la ampliación que se ha realizado.
Con ella ha pasado de tener 27 plazas a 50, que están casi cubiertas, y a crear cerca de una treintena de puestos de trabajo, que en muchos casos han supuesto la llegada al pueblo de familias jóvenes con niños. Así se ha conseguido el doble objetivo que se buscaba: cuidar a los mayores y dar trabajo a los jóvenes. Y además está gestionada por el Ayuntamiento, lo que ha acarreado a los responsables municipales escuchar numerosos comentarios en el sentido de «por qué complicarse la vida con esa gestión». Rosario Cordero lo tiene claro: «no vamos a permitir que ninguna empresa busque beneficio a costa de nuestros mayores. Deben ser los únicos beneficiarios, porque después de darlo todo ahora merecen que se lo demos todo a ellos».
Con esa declaración de intenciones comenzó la alcaldesa su intervención ante el presidente extremeño, la consejera de Bienestar Social, el presidente de la Diputación Provincial, numerosos alcaldes y concejales de la zona y buena parte de los vecinos de su pueblo, que se echaron a la calle para sumarse a la fiesta.
De inmediato agradeció el esfuerzo que vienen realizando los trabajadores de la residencia y las aportaciones que han hecho la consejería de Bienestar Social -a través de las plazas concertadas -y Arjabor, con una subvención del programa 'Leader+' de 245.000 euros de los más de 840.000 que ha costado la ampliación. «Aquí se refleja lo que busca el programa 'Leader', señaló. Generar empleo, dar servicio a la po- blación rural y asentar a los jóvenes para que los pueblos no se terminen muriendo. Y Romangordo es un ejemplo de como se ha frenado que la gente se vaya y que por el contrario vengan».
Escuchar a los mayores
Rodríguez Ibarra defendió a continuación la construcción de una residencia de ancianos en un pueblo tan pequeño, contrariamente a quienes prefieren concentrar las infraestructuras en las grandes poblaciones. Ahora bien, aun considerando imprescindible que los mayores tengan pensiones, cama o comida echó de menos que haya un poco más de respeto y sobre todo que se les escuche «porque tienen una experiencia acumulada que se puede utilizar».
En otro momento destacó la «calidad de vida a precio barato» que hoy ofrecen Romangordo y otros muchos pueblos de la región. Es más, considera que en Extremadura hoy hay «futuro e ilusión», aunque no sabe si hay «suficiente imaginación». Ahí entiende que los jóvenes «le deben echar valor, coraje y comerse el mundo, y si lo hacen les apoyaremos para que sepan aprovechar unas circunstancias que generaciones anteriores no tuvieron».
Un hombre decente
Tanto Cordero como Rodríguez Ibarra tuvieron un recuerdo hacia la figura del romangordeño Pablo Naranjo, con cuyo nombre se bautizó la residencia. «Fue un hombre decente y digno», dijo el presidente dirigiéndose a su viuda, presente en el acto.
Con ella ha pasado de tener 27 plazas a 50, que están casi cubiertas, y a crear cerca de una treintena de puestos de trabajo, que en muchos casos han supuesto la llegada al pueblo de familias jóvenes con niños. Así se ha conseguido el doble objetivo que se buscaba: cuidar a los mayores y dar trabajo a los jóvenes. Y además está gestionada por el Ayuntamiento, lo que ha acarreado a los responsables municipales escuchar numerosos comentarios en el sentido de «por qué complicarse la vida con esa gestión». Rosario Cordero lo tiene claro: «no vamos a permitir que ninguna empresa busque beneficio a costa de nuestros mayores. Deben ser los únicos beneficiarios, porque después de darlo todo ahora merecen que se lo demos todo a ellos».
Con esa declaración de intenciones comenzó la alcaldesa su intervención ante el presidente extremeño, la consejera de Bienestar Social, el presidente de la Diputación Provincial, numerosos alcaldes y concejales de la zona y buena parte de los vecinos de su pueblo, que se echaron a la calle para sumarse a la fiesta.
De inmediato agradeció el esfuerzo que vienen realizando los trabajadores de la residencia y las aportaciones que han hecho la consejería de Bienestar Social -a través de las plazas concertadas -y Arjabor, con una subvención del programa 'Leader+' de 245.000 euros de los más de 840.000 que ha costado la ampliación. «Aquí se refleja lo que busca el programa 'Leader', señaló. Generar empleo, dar servicio a la po- blación rural y asentar a los jóvenes para que los pueblos no se terminen muriendo. Y Romangordo es un ejemplo de como se ha frenado que la gente se vaya y que por el contrario vengan».
Escuchar a los mayores
Rodríguez Ibarra defendió a continuación la construcción de una residencia de ancianos en un pueblo tan pequeño, contrariamente a quienes prefieren concentrar las infraestructuras en las grandes poblaciones. Ahora bien, aun considerando imprescindible que los mayores tengan pensiones, cama o comida echó de menos que haya un poco más de respeto y sobre todo que se les escuche «porque tienen una experiencia acumulada que se puede utilizar».
En otro momento destacó la «calidad de vida a precio barato» que hoy ofrecen Romangordo y otros muchos pueblos de la región. Es más, considera que en Extremadura hoy hay «futuro e ilusión», aunque no sabe si hay «suficiente imaginación». Ahí entiende que los jóvenes «le deben echar valor, coraje y comerse el mundo, y si lo hacen les apoyaremos para que sepan aprovechar unas circunstancias que generaciones anteriores no tuvieron».
Un hombre decente
Tanto Cordero como Rodríguez Ibarra tuvieron un recuerdo hacia la figura del romangordeño Pablo Naranjo, con cuyo nombre se bautizó la residencia. «Fue un hombre decente y digno», dijo el presidente dirigiéndose a su viuda, presente en el acto.