Aquel niño que soy no ha dejado de soñar con aquellos años en que fui
feliz, de mis baños en los
ríos Tajo y Tiétar, de mis travesuras con aquellos
amigos, que sabe Dios que les habrá deparado la vida después de casi cincuenta años. A mi mente venían siempre las mismas preguntas. ¿Donde andarán, como les ira la vida, serán
felices? ¿y D. Miguel, mi maestro de
escuela con lo listo que era, sabe Dios qué será de él?. Este sueño, que estaba destinado a eso, ser un sueño, porque el lugar donde se desarrolló
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