Desde el castillo vemos la sierra de SantaCruz, la montaña mora por excelencia; los dos silos de trigo que el tiempo cerró y el viejo Trujillo de antaños de los siglos XV y XVI vistos desde el siglo XXI.
Bonita y empinada cuesta trujillana.
Caro salieron estos monumentos para dar pocas corridas al año, estos y otros quedaran para museos con el tiempo unidos a la historia de Trujillo.
Dura herramienta de trabajo, el burgaño, el calificador y el yugo. Piezas de museo.
Una buen veranillo para los animales, donde la hierva está muy verde parece una zona pantanosa de ahí las lanchas de la vereda.
Menudos pelaos de piedras tienen los peldaños, el arco resuelve muy bien dos cosas; la primera hace que el peso de la escalera sea menor y la segunda hace que la luz entre en el habitáculo por la ventana que hay en el arco.
Pero si los romanos no andaban por Trujillo en ese siglo, eran moros y santos de Fernando III; la torre Julia data de época romana, parece mentira lo bien que vestimos la historia.