Antiguamente en las casas viejas de los pueblos existían estos portales que además de proteger la puerta de entrada a la casa a veces serbia de refugio para proteger de la lluvia a aquellos transeúntes que corrían por los pueblos pidiendo una limosna, o a los propios vecinos que andaban por la calle, sin necesidad de molestar o intimidar al dueño o propietario. ¡Que tiempos aquellos tan lejanos en el tiempo pero humanitarios favoreciendo a los demás!