¿Quién acallará tu llanto de luna,
tu lamento de piedra milenaria?
¿Tal vez la sombra donde se tiende mi dolor,
donde la razón pena en la cosecha de las mieses?
Ciudad escrita en parpadeos,
ciudad de la espiga y el granito,
surgida del arte de los canteros
donde la hiedra esculpe la esperanza
de aquellas tierras del cóndor y los ponientes;
Ciudad musical, lágrima de los arpegios,
Golfines en las alturas donde maduran los sueños,
ciudad fundadora de soles,
torres que infinitas cubren los aires,
campanarios nacidos en los amaneceres,
bronces lanzados al vuelo.
Perpetua primavera te puebla de rosas.
Vuelve la tierra callada a parpadear
y Cáceres, ciudad de leyenda y asombro,
ante la historia, se detiene.
Publicado por José Cercas en 04:17 0 comentarios Enlaces a esta entrada
viernes 24 de septiembre de 2010Septiembre
Septiembre, en mis ojos;
la esfera luminaria de poniente,
llora con sus colores pardos:
las campanas, elevan sus senos de bronce,
y convocan a los vivos para llorar el luto
por aquellos que el tiempo arropa.
Las vides, en sílabas abiertas,
pregonan la vendimia
y, postradas en la tierra, aguardan
a que el otoño las vista sepias.
Cuerpos envejecidos, desnudos,
besan los caminos de octubre
dejando atrás la risa amortajada
que murió con el iris almendra del verano.
Publicado por José Cercas en 10:48 0 comentarios Enlaces a esta entrada
lunes 20 de septiembre de 2010Tras los cristales del frío
Ni mi voz, cuando circunda la tarde,
ni la efímera luz que habita en mis ojos,
pueden superar los muros que, con desdén,
levantas.
Bajo una lluvia de lágrimas
que empapa tierras brumas,
el tiempo baldío, en un instante,
me deja ver tu memoria, anegada,
en la perdida soledad de una caricia.
Ya no te señalo con el dedo acusador de mi aliento,
ni escribo tu nombre tras los cristales del frío,
no hallo timón que me controle el rumbo
ni tiño, con tus colores, la palabra inerte.
A ti te escribo estos versos,
a tus párpados que, sin memoria,
buscan, en la palabra abatida.
el recuerdo del último adiós,
mientras un suspiro me fuerza a seguir combatiendo,
a seguir llamándote entre todos los nombres
cuando apenas cruza la tarde ante mis ojos.
Publicado por José Cercas en 10:08 1 comentarios Enlaces a esta entrada
viernes 17 de septiembre de 2010El hombre que me habita
Después de recorrer el mar por la playa escrita,
por los montes, los valles que trabajan las horas
y la fragua donde el fuelle labora canciones de miel…
Después de perder otro día,
aquel en que los almendros blanquean sus flores
para convertirse en semilla que alimenta más vida…
Después de saber que el fruto es más un puente que una poesía,
que la risa transita entre los muros de otras risas
y la azada tiende su voz sudorosa
en paredes solitarias o cuelga del orgullo
a pesar de romper la tierra y quebrar el surco…
Después, tú y yo;
porque ya no habrá tantos después que contarte,
porque siempre es después y pasado al mismo tiempo,
porque una nube blanca pasa por mi memoria,
acaso después de quererte…
Después de todo y más aún, después de nada,
pongo en movimiento los astros y los besos,
los ojos que abandonan contigo soledades
pues voy, como siempre, a la playa del llanto
buscando abrir los candados del destierro
y alineo el paso a la vida, porque así lo sé escrito,
porque así camina el hombre que me habita.
Después de todo, al final,
la guadaña siempre precede a la muerte.
Publicado por José Cercas en 10:15 0 comentarios Enlaces a esta entrada
martes 14 de septiembre de 2010Canción para una despedida
Que así sea,
que se pudra el tronco en la dehesa distante,
que la carcoma tome de su pecho la savia dormida,
que los leñadores quiebren sus ramas,
y que la hiedra trepe desde sus entrañas infinitas.
Que así sea,
que el olvido le cubra de musgo y hierba,
que una amapola sola le nazca en su mejilla,
y que un árbol naciente absorba el zumo de su boca.
Que así sea, porque así esta escrito,
que la vida como el amor es parte de la muerte,
que el amor como la muerte es parte de la vida.
Publicado por José Cercas en 06:43 1 comentarios Enlaces a esta entrada
lunes 13 de septiembre de 2010A la historia de las ciudades. Como siempre a Cáceres.
Orgullosos guerreros llamaron castillos,
a las serenas fortalezas de historia y combates,
cuando sus almenadas torres vestían blasones
y sus álabes tocaban las nubes del vuelo
anunciando los años de hambre y muerte
Y al cruel metal le llamaron hierro
a aquel que fuera adalid de caballeros y justas,
que fijando su óxido en estratégicas ventanas
quebraban el pecho de la afónica piedra.
Evolucionaron los castillos y el hierro,
trovadores y juglares cantaron sus gestas,
cubriendo su historia de leyenda y romances;
ya no quiero escribir más de tu furia;
se que el tiempo te guarda, misiones de paz.
Publicado por José Cercas
tu lamento de piedra milenaria?
¿Tal vez la sombra donde se tiende mi dolor,
donde la razón pena en la cosecha de las mieses?
Ciudad escrita en parpadeos,
ciudad de la espiga y el granito,
surgida del arte de los canteros
donde la hiedra esculpe la esperanza
de aquellas tierras del cóndor y los ponientes;
Ciudad musical, lágrima de los arpegios,
Golfines en las alturas donde maduran los sueños,
ciudad fundadora de soles,
torres que infinitas cubren los aires,
campanarios nacidos en los amaneceres,
bronces lanzados al vuelo.
Perpetua primavera te puebla de rosas.
Vuelve la tierra callada a parpadear
y Cáceres, ciudad de leyenda y asombro,
ante la historia, se detiene.
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viernes 24 de septiembre de 2010Septiembre
Septiembre, en mis ojos;
la esfera luminaria de poniente,
llora con sus colores pardos:
las campanas, elevan sus senos de bronce,
y convocan a los vivos para llorar el luto
por aquellos que el tiempo arropa.
Las vides, en sílabas abiertas,
pregonan la vendimia
y, postradas en la tierra, aguardan
a que el otoño las vista sepias.
Cuerpos envejecidos, desnudos,
besan los caminos de octubre
dejando atrás la risa amortajada
que murió con el iris almendra del verano.
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lunes 20 de septiembre de 2010Tras los cristales del frío
Ni mi voz, cuando circunda la tarde,
ni la efímera luz que habita en mis ojos,
pueden superar los muros que, con desdén,
levantas.
Bajo una lluvia de lágrimas
que empapa tierras brumas,
el tiempo baldío, en un instante,
me deja ver tu memoria, anegada,
en la perdida soledad de una caricia.
Ya no te señalo con el dedo acusador de mi aliento,
ni escribo tu nombre tras los cristales del frío,
no hallo timón que me controle el rumbo
ni tiño, con tus colores, la palabra inerte.
A ti te escribo estos versos,
a tus párpados que, sin memoria,
buscan, en la palabra abatida.
el recuerdo del último adiós,
mientras un suspiro me fuerza a seguir combatiendo,
a seguir llamándote entre todos los nombres
cuando apenas cruza la tarde ante mis ojos.
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viernes 17 de septiembre de 2010El hombre que me habita
Después de recorrer el mar por la playa escrita,
por los montes, los valles que trabajan las horas
y la fragua donde el fuelle labora canciones de miel…
Después de perder otro día,
aquel en que los almendros blanquean sus flores
para convertirse en semilla que alimenta más vida…
Después de saber que el fruto es más un puente que una poesía,
que la risa transita entre los muros de otras risas
y la azada tiende su voz sudorosa
en paredes solitarias o cuelga del orgullo
a pesar de romper la tierra y quebrar el surco…
Después, tú y yo;
porque ya no habrá tantos después que contarte,
porque siempre es después y pasado al mismo tiempo,
porque una nube blanca pasa por mi memoria,
acaso después de quererte…
Después de todo y más aún, después de nada,
pongo en movimiento los astros y los besos,
los ojos que abandonan contigo soledades
pues voy, como siempre, a la playa del llanto
buscando abrir los candados del destierro
y alineo el paso a la vida, porque así lo sé escrito,
porque así camina el hombre que me habita.
Después de todo, al final,
la guadaña siempre precede a la muerte.
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martes 14 de septiembre de 2010Canción para una despedida
Que así sea,
que se pudra el tronco en la dehesa distante,
que la carcoma tome de su pecho la savia dormida,
que los leñadores quiebren sus ramas,
y que la hiedra trepe desde sus entrañas infinitas.
Que así sea,
que el olvido le cubra de musgo y hierba,
que una amapola sola le nazca en su mejilla,
y que un árbol naciente absorba el zumo de su boca.
Que así sea, porque así esta escrito,
que la vida como el amor es parte de la muerte,
que el amor como la muerte es parte de la vida.
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lunes 13 de septiembre de 2010A la historia de las ciudades. Como siempre a Cáceres.
Orgullosos guerreros llamaron castillos,
a las serenas fortalezas de historia y combates,
cuando sus almenadas torres vestían blasones
y sus álabes tocaban las nubes del vuelo
anunciando los años de hambre y muerte
Y al cruel metal le llamaron hierro
a aquel que fuera adalid de caballeros y justas,
que fijando su óxido en estratégicas ventanas
quebraban el pecho de la afónica piedra.
Evolucionaron los castillos y el hierro,
trovadores y juglares cantaron sus gestas,
cubriendo su historia de leyenda y romances;
ya no quiero escribir más de tu furia;
se que el tiempo te guarda, misiones de paz.
Publicado por José Cercas